lunes, 25 de febrero de 2008

Lo que pude haber sido y no fui


iendo joven escribí docena y media de libros, uno de ellos "El Quijote", pero mi brillante carrera de escritor se vio truncada con el último que devolví, ya que el encargado de la biblioteca reconoció mi escritura en él, del que para más detalles diré que de “Genoveva de Brabante” se trataba, porque eso sí, el título nunca se lo cambiaba.
Este no fue un libro que pareció entretenido, por lo que también lo adorné con ilustraciones hechas a mano al final de cada capítulo.
Para gustos hay colores y para mi gusto le quedaban muy bien y para mi color el encarnado… por aquello de que mi mujer se denomina Encarna.
Pero bueno, no quiero hablar aquí ni de mi mujer ni de algunas cosas que hice a mano, simplemente voy hacerlo un poquito de mí y de lo que pude ser y no fui.
Aparte de escritor o pintor de libros, he tenido otras cualidades innatas desde mi nacimiento que en su momento no he sabido aprovechar.
De pequeño apuntaba para cantor, puede que eso venga de familia ya que tengo un tío que es bastante cantante, mejor dicho, lo fue en una orquesta y ahora aunque está retirado todavía da el cante.
Me reafirmo en esto que he dicho (no en lo de mi tío, si no en lo de antes, justo donde digo que apuntaba para cantor) y lo hago pese a que no recuerdo haberme escuchado nunca, pero tengo una foto de cuando tenía cinco años en la que agarro una guitarra con un estilo de cojones y perdón por la expresión, pero la pose la merecía.
Un poco más adelante pude haber sido boxeador ya que tenía un vecino que era entrenador y todos los días me llevaba a su gimnasio. Yo era un crío entre tanto hombre así que pronto me adoptaron como la mascota.
Las ganas de boxear se me quitaron después de una semana que se pasaron gastándome la broma de que entre los combates que iban a disputar el sábado siguiente, yo subiría al ring y me las daría con un chaval de otro gimnasio… otra mascota.
¡Bueno!… no voy a decir que me sentí como Roky Balboa cuando me lo dijeron, porque entre otras cosas Stallone por aquel entonces se dedicaba al cine porno, pero me sentí eufórico… ¡Sííí!...y dando botes levanté los brazos en medio de tanto campeón.
Me sentí “Manolo Marciano” entre los campeones de Negreira, de Calo y de su barrio.
A partir de ese instante la espera de que llegase el sábado se me hizo interminable, aunque a decir verdad ésta duró muy poco pues el respeto al adversario fue creciendo a medida que se acercaba el día. Llegado el momento de acudir a la pelea me escondí tras un contenedor desde el que escuchaba como me llamaban a grito perdido, hasta que desistieron y me dieron por desaparecido.
Ante los ojos de os transeúntes tuve que disimular de que los gritos no eran conmigo y de que no estaba arrojado al contenedor cuan inmundicia basura… por lo que me puse a silbar “Eva María se fue buscando sol en la playa”… que era la canción que ese verano se llevaba.
Del guante de boxeo cambié a la pluma… a la pluma de escribir me refiero. Pero eso ya os lo he contado así que mejor no lo repito, pero si lo queréis volver a leer al primer párrafo os remito.
También pude ser foguetero, lo cual cogí con mucha ilusión el día que a mis manos vino a parar el resto sin explotar de una bomba de palenque. Le puse fuego y fogueó, quemándome el dedo gordo de una de mis susodichas manos.
Mi abuela que era “médica tradicional”, solventó la urgencia poniéndome una cura con un ungüento que ella misma hizo con un frito de cebolla, ajo y no sé que hierba, que me abría el apetito cada vez que me sonaba los mocos.
No quiero enredarme demasiado así que por ir acabando os diré que aparte de éstas pude haber sido otras cosas. Tiempo habrá para hablaros de todas ellas, entre las cuales las hubo mejores y otras que eran peores, pero lo cierto es que pude haber sido cualquier otra cosa, aunque al dia de hoy no me quejo de la que soy.


NOTA DEL AUTOR:
Esto que escribo se lo dedico con admiración y agradecimiento al Corrector Ortográfico de Word y a la cabeza que discurrió tan magnífico invento.

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