martes, 4 de marzo de 2008

Oda al meón que meó una meada


Bajo la noche estrellada
sobre la calzada empedrada
paso firme y apurado
como alma que se lleva el diablo
fumando un cigarro que una mano sujeta
mientras la otra con fuerza
agarra la bragueta.

Y a cada paso más la siento
ya que casi andar no puedo
creo que de esta no llego
¡Ay Dios mio que reviento!.

Decidí acabar con el suplicio
pese a quedar en tela de juicio
y calmar mi necesidad
saltándome la legalidad

Y al final de la calzada empedrada
justo contra aquella fachada,
saqué freno a la herramienta
y me serví de mi experiencia,
así que dándole la espalda al viento
vertí mi líquido elemento.

Y tan absorto estaba
que a mi alrededor no miraba
aproximándote con sigilo
pillándome tan tranquilo.

Asiéndomela con la mano
yo regaba y tu mirabas
y para llamar mi atención
también a mi lado silbabas.

Fue verte y fue pensar
que me venías acompañar
creyendo que no dejarías sola
mear a una pirola española

Pero pronto caí en la cuenta
sacabas el talonario del bolsillo
ante lo que sólo pude exclamar
¡creo que la he jodido!.

Omitiste mis excusas
no escuchaste mis lamentos
y me jodiste por la meada
trescientos euros del ala.

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