viernes, 11 de abril de 2008

A un pelo de morirme

Hoy he estado echando un vistazo por la web buscando un poco más de información sobre las “cefaleas de tensión” que el médico me diagnosticó el pasado martes.
No está bien que un tipo tan aprensivo como yo indague por cuenta propia sobre los achaques que pueda tener, lo digo así de rotundo porque en alguna ocasión he estado a punto de morirme del susto delante del ordenador después de leer ciertas cosas.
Bueno, morirme puede que no, pero tener que correr al baño sí.
Menos mal que de esta ocasión la cosa parece que aunque es latosa y molesta no es de las que se lleva a uno a la tumba.
Pero hace tres años y por culpa de un puñetero lunar, las pasé muy putas durante unos interminables días.
Ese lunar que tengo cielito lindo en mi pescuezo, que muchas cuando me lo han descubierto se han tirado a él y me lo han besado, casi me mata del susto por culpa de un pelo que brota de él y que en aquella ocasión se me había infectado.
Lo descubrí un día en el trabajo cuando me llevé la mano a él, dándoseme por ahí como si me hubiese dado por llevármela a los huevos, es decir, inconscientemente.
Noté un bulto que para más tranquilidad salí a consultar a la doctora de la mutua de la empresa, quién tras tocármelo ya me advirtió: “no quiero asustarte, pero mañana sin falta te vas al médico”… vale, no me has asustado.
A la mañana siguiente y a primera hora me planté en la consulta del médico de cabecera, quien igual que la doctora de la mutua, nada más tocármelo con el dedo escribió algo un papel que metió en un sobre que cerró y me entregó, al mismo tiempo que me decía: “tranquilo Manuel, toma este sobre y véteme ahora al hospital y que te miren por urgencias”… gracias doc, yo estoy tranquilo.
Y allá me voy para el hospital donde después de una corta espera me examinó una jovencita doctora, muy guapa y que estaba muy buena, en otras circunstancias fácilmente me la hubiese imaginado examinándome otras cosas, pero francamente no estaba el horno para bollos.
Y otra que me dice lo mismo: “no quiero preocuparte, pero eso es mejor que te lo vea un dermatólogo. Hoy no hay ninguno de guardia, pero ahora mismo pido una cita urgente para que vayas a su consulta el próximo martes”…. Vale, no me has preocupado, la de ayer no me ha asustado y el médico de cabecera me ha tranquilizado…. ¡¡¡ ME CAGO EN DIOS QUE ME MUERO ¡!!....
Y rápidamente le pedí perdón a Dios, pensando que muy pronto estaría con Él frente a frente.
Salí del hospital acojonado, que digo acojonado… acojonadísimo.
Tenía 5 días por delante antes de que me viese el dermatólogo… ¡y qué 5 días!.
La mañana del día siguiente cuando nada más levantarme me miro al espejo y me veo el lunar…. ¡¡AHHHHHHHHH!!.... El bulto ya era visible… ¡Dios, esto avanza!.
Y allá me voy al Google
Me entraron sudores fríos, las piernas me temblaron y casi me desmayo cuando después de leer un Vademécum y ver ciento y pico de fotos de lunares cancerígenos, llegué al diagnóstico de que mi lunar… de que… de que me iba a tomar por el culo, hablando en plata.
Sí, mi lunar estaba como el de las fotos.
Y como un hombre es un hombre, aunque la mujer lo maltrate… me eché la enfermedad a la espalda y me mentalicé para en el tiempo que quedaba disfrutar cuanto pudiera y procurar en lo tocante a lo material, dejar las cosas atadas y bien atadas (ojito con lo que piensan).
Así que revisé el papeleo por si había algo pendiente de solucionar, ¡y coño!, entre el seguro de vida, el que me hizo el banco con la hipoteca y un par de ellos más, mi mujer aun ganaba una pasta…. ¡Hostia!, y con tanta tela ¿le dará mucha pena que me muera?.
También me tranquilizó un amigo que al verme preocupado y preguntarme que me pasaba, le dije lo que tenía y para rematar y así sin saber, le dije que me moría.
El hombre se que quedó tan compungido que no supo que decir, al poco tiempo me dejó y al día siguiente vino corriendo a verme con noticias de su pareja…. Es que era cirujana.
-“Tranquilo Manolo, hablé con mi mujer y me dijo que si te lo han pillado a tiempo, aun duras unos años”-. Y con las lágrimas a punto de salirme nos fundimos en un emocionado abrazo.
Fueron unos días muy tensos hasta el martes que tuve la cita con el especialista. Y si tensos fueron esos días, más tensa fue la espera en una sala repleta de posters y carteles con lunares como el mío, el cual por cierto había tomado un tono blanquecino.
Juro que todas las causas que en aquellos carteles que advertían de los factores de riesgo, yo las cumplía y con creces.
En fin, que estaba pensando yo en como sería mi velatorio, cuando me llaman a consulta. ¡Glups!, llegó la hora…
La distancia que tuve que recorrer desde la sala a la consulta, me fui mentalizando de cómo tenía que actuar cuando me diesen la fatal noticia: “Como un hombre Manolo, con un par de cojones, no te derrumbes cuanto de lo digan…. no llores como una niña”.
Entré y me atendieron dos doctores. Después de responder a unas cuantas preguntas me quisieron ver el lunar.
Los dos se acercaron tanto que sus narices casi tocan con mi pecho. Me lo tocaron y me lo miraron con una luz violeta y con algo que debía ser una lupa.
¡VIDA LA SEGURIDAD SOCIAL ESPAÑOLA!, que me curó el melanoma con una simple pinza de depilar.
Y allí mismo en la consulta y ante los doctores me dio un ataque de risa cuando me enseñan lo que habían extraído con la pinza y por lo que casi me muero: UN PUTO PELO.

2 han comentado:

Serendipya dijo...

Madre mía... y la del hospital no te pudo decir que se trataba de una infección??

Menudo estres....

m4n010 dijo...

Tengo que decir que desde que me lo vieron los 3 primeros médicos hasta que me lo vio el especialista, el aspecto del lunar cambió mucho, supongo que tal como estaba el último día, cualquiera de los 3 se hubiesen dado cuenta que efecivamente era un pelo infectado.

Pero sí, menudo estres, y escuatro y escinco... menudo acojone mejor dicho.

Pero desde aquella, no me quito la ropa en la playa a no ser que tenga un protector de los altos del mismo modo que he dejado de ir a las horas que el sol más aprieta.

un beso guapa