martes, 20 de mayo de 2008

Una de entierros


esde aquel famoso “hágase la luz”, pasando por el invento de la bombilla y hasta que Unión Fenosa irrumpió en el mercado de valores, el teléfono móvil junto con el retrete, ha sido y será uno de los grandes inventos de la humanidad.
Y hoy pasé un momento de apuro, por no decir bochornoso y por culpa del teléfono móvil... ¡y menos mal que yo tengo mucha cara!.
Asistí a un funeral de una señora ya mayor, 94 años tenía. D.E.P. Y digo esto porque siempre es menos doloroso ir a los entierros de ancianos que de jóvenes. De todos modos no me gusta ir a los funerales y menos poniendo el fiambre.
En este caso se trataba de una vecina y no tocaba a la familia, por lo que os podéis ahorrar los mensajes de condolencia.
Es raro que yo entre en la iglesia, por lo general suelo rezar en el bar más próximo. Pero hoy me lié con un compañero muy católico al que por no hacerle el feo acompañé a dentro. ¡Eh!, pero no recé.
Eso sí, al cura lo escuchaba sin querer porque era una iglesia construida hace poco y tiene un buen sistema de sonido... y que bien sonaba. Y eso que uno de los del coro desafinaba de cojones.
Estaba mirando para un lado, para el otro, pensando en mis cosas y en el preciso instante que el sacerdote alzaba sus brazos al Señor... empieza a sonar a bastante volumen un mp3 con el Satisfaction de los Stones.
Miro para un lado, miro para otro, la gente que estaba a mi izquierda miraba hacia su derecha y la que estaba a mi derecha miraba hacia su izquierda... ¡hostiaaa!, pero si están mirando para mí… ¡coño, mi móvil!.
Lo quito del bolsillo, desbloqueo teclado y descuelgo la llamada... tardo un segundo más y la gente hace palmas.
Con el teléfono descolgado y sin saber qué coño hacer con él, se oye en toda la iglesia: ¡Manolo!, ¡Manolo!...¡ehhhhhhhh!... ponte me cago en dios...
Hasta que por fin corté y el aparato otra vez al bolsillo. Y se me ocurrió pensar que quien fuese que me había llamado podría volver a hacerlo.
Así que lo saco del bolsillo, le doy al botón de apagar y otra vez... Pero esta vez no fue el Satisfaction, fue un “tarí tata tarí”, o algo así. Y para joderla más me da la risa... Toda la gente mirándome y yo sin afeitar. Sin quererlo, estaba robándole protagonismo a la difunta.
Cerca de mí escucho reirse por lo bajo a cuatro adolescentes y una señora mayor que estaba a mi lado me comió con la mirada…. Pero no comer de chupar, si no de comerme con los dientes.
La misa transcurrió sin más incidentes, pero al salir de la iglesia mi compañero también me reprochó por no haberlo apagado antes de entrar. Y tenía razón.
Sólo me dijo eso y se marchó a toda prisa hacia otra iglesia para asistir a otro funeral. ¡Joder!, también es mala suerte... aunque una putada también es que te inviten a dos bodas, aunque sea una hoy y la otra para la semana.
Y el sábado me voy de bautizo... Así es la vida, un día te muere una vecina y al siguiente empreña tu cuñada, pero al final y como cantaba Luis Aguilé: “La vida sigue igual”... Gran invento también el tocadiscos.

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