sábado, 29 de agosto de 2009

Afinando el pincel

Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, estimados japoneses que me comentan en el blog (sikiniko takanaka, buenos días en nipón). Si el calendario que cuelga en la pared no falla hoy es sábado, si mi reloj biológico no se atrasa en 10 minutos me entrarán ganas de ir al baño, y si mi instinto felino de supervivencia funciona como siempre hoy me quedaré sin sabadete por tener a la parienta medio mosqueada conmigo.
Debo significar que pese a decir que sólo la tengo medio mosqueada en realidad lo está de cuerpo entero, pues al preguntarle yo si ese medio mosqueo significaba que medio cuerpo no lo estaba me respondió sin dejar lugar a dudas.
Precisa, concreta y como siempre puñetera: “yo estoy hecha de una pieza, el que está empalmado eres tú”.
¡Tócate los huevos, aun por encima cachondeo!.
Que dura es la vida del hombre casado y que mala fama tenemos adjudicada. Hombre casado, ni es hombre ni es mujer, dicen.
Lo digo porque el otro día en clase de pintura, en la que por cierto aparte de ser el alumno más reciente soy el único hombre, se lamentaba una de las mujeres de que le gustaba mucho el baile y no tenía con quien hacerlo ya que a su marido había dejado de gustarle después del vals que bailaron el mismo día de su boda.
“Todos son iguales, mientras son novios mucho bailar y mucho de aquí para allá, y en cuanto te casas adiós a todo. Y SON TODOS IGUALES”, comentó al mismo tiempo que me lanzaba una mirada desafiante, una mirada que me hizo tragar saliva y plegar oreja.
Todas asintieron, se rieron y dirigieron las suyas también hacia mí pensando en que yo entraría al trapo.
Pero uno ya está curtido en mil batallas y sabe permanecer quieto y agazapado cuando el enemigo lo supera en número. Y ante mi silencio se crecieron y siguieron despotricando contra los hombres, tanto que llegó un momento en el que me sentí obligado a romper mi silencio para defender a mi propia especie, así que por fin intervine. “Hay una cosa que yo no entiendo…”.
Y todas otra vez volvieron sus miradas hacia mí con el pincel quieto entre los dedos. Las noté esperando a que yo siguiese hablando y listas para echárseme encima en cuanto dijese la última palabra.
Se quedaron de un palmo cuando con la punta del pincel señalé un objeto en el lienzo al tiempo que preguntaba si eso que señalaba era un roble o un abeto.
Decepción en sus caras, las chicas querían guerra y aunque en esos momentos me hubiese prestado bien un poco de sexo no tenía ganas de prolegómenos.
Y perro viejo que es uno que sabedor de que tendría ni lo uno ni lo otro, lavé y guardé el pincel del nº 18 de pelo de cerda y me puse a pintar con uno del nº 8 sintético, que deja unas pinceladas más finas y perfectas, de lo cual me dí cuenta el ver que la noria que estaba pintando ya no se parecía a un tobogán.
Y por primera vez desde que comencé con esto de la pintura logré conseguir el tono que deseaba al caerme en la paleta la ceniza del cigarro que fumaba, la que disimuladamente mezclé con el color evitándome así el tener que escuchar a la otra lo de que también somos unos guarros.
El lunes acabaré ese cuadro y supongo que me mandarán empezar con otro, y si me vuelven a dar una lámina para que escoja ya he echado el ojo a la de una mujer en pelotas.
Se las he jurado a la bailadora, esa tía se va a enterar de quien soy yo cuando por exigencias de la obra me toque pintar aquellas tetas naturalmente erguidas y muy bien sostenidas, lo cual pienso hacer con un pincel que me voy a llevar del curro, de los de pintar paredes, de los de obra, de los brutos…
Y ahora perdonadme que finalice aquí la entrada, pero mi reloj biológico funciona bien y me tengo que ir al baño, y urgentemente además porque voy con dos minutos de retraso.

4 han comentado:

Aspective dijo...

Venga Manué, que no se diga...
El pabellón bien alto, no te dejes achantar. Que un hombre es un hombre donde sea...
(lo digo mientras estoy en la barrera y después de comprobar, por encima del hombro, que mi santa no está cerca)

Dina dijo...

Así que, en otras palabras, las dejaste a medias y, además, les contaste un chiste a las churrys, jajajaja... que grande eres, pero que grande

Jose Antonio dijo...

Ante el peligro Silencio, es la mejor táctica.

Un abrazo.

Montse dijo...

Jajajajaja, me troncho con tu entrada y el comentario de Senovilla, el remate final!!!

Besitossssssss