jueves, 23 de junio de 2011

Llamamiento a las féminas

Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, querid@s amig@s, etc. etc. y etc. Hoy en Santiago de Compostela y alrededores luce un sol que confirma lo dicho por mí en las anteriores entradas: estamos en verano.
¡Y que bonito es el verano!, sol, calor, playa, chicas y señoras ligeritas de ropa, chicos y señores en bermudas luciendo sus piernas peludas, las vacaciones a la vuelta de la esquina... en fin, qué os voy a decir que no sepáis de la estación más bonita del año.
Es cierto que el verano es precioso, al menos para mí. Bonito sí, pero siempre hay una excepción que rompe la regla y de la cual yo soy una desafortunada víctima. Dicha excepción y desde mi miope (1) punto de vista radica en el sufrimiento que padezco al pasar por delante de una terraza y contemplar las depiladas piernas de las mujeres, muchas de las cuales adoptan posturas tan de aquella manera que hasta se le ven las bragas.
Particularmente no me molesta en absoluto que expongan sus bragas a la vista de los transeúntes, es más, me resulta agradable aunque a más de 25º de temperatura, contemplar la entrepierna de una mujer afecta a mi termostato y dependiendo de la temperatura y la postura, se me sube la aguja hasta rozar el límite rojo que indica calentura en exceso. Es que yo para ciertas cosas funciono como los coches.
Ayer sin ir más lejos, es más, nada lejos porque fue justo aquí enfrente, una joven en minifalda se puso en cuclillas para ponerse bien la sandalia dejando a la vista de mis ojos sus hermosos y tersos muslos, sus blancas braguitas y si se agacha un poco más, hasta el ombligo le veo. Si hubo intención o no por parte de la muchacha es algo que desconozco, ahora bien, ella me vio ir de frente y por la postura indecente que adoptó, casi me atrevería a asegurar que lo hizo intencionadamente.
Menos mal que yo llevaba las gafas puestas y pude ver con total nitidez lo que ella descaradamente mostraba, pues de haberlas llevado colgadas al pecho como suelo llevar muchas veces no habría visto nada, con lo cual tanta posturita y exibicionismo no le hubiesen servido para nada. Y que me parta un coco si no estuve a punto de agradecerle la exibición de tan hermosa entrepierna, sólo me cortó de hacerlo el pensar que por ello me llamase viejo verde.
En tal caso no tendría más remedio que darle la mitad de la razón, ya que de color y de lo moreno que soy tiro a marrón y en cuanto a lo de viejo, a 20 días de cumplir los 51 todavía no me considero viejo. Es más, por lo que dice la gente aparento menos años de los que tengo, soy de tipo fino y tengo aspecto de apuesto, y según el reflejo de mi espejo aún me veo joven y guapo, pese a que la barba ya me sale blanca y en el vello de los huevos tengo un par de canas.
Esta entrada no la hago para volver a deciros que ya estamos en verano porque si lo vuelvo a repetir me llamaréis pesado, ahora bien, me gustaría dirigirme a través de ella a todas aquellas señoritas o señoras que se sientan en las terrazas y no tienen pudor en adoptar posturas que dejan a la vista lo que deberían mostrar en privado o en "Castro Baroña", que es una playa aquí cercana en la que se puede estar en pelota picada sin que nadie te diga nada.
Playa a la que la última vez que fui, hará cosa de tres o cuatro años, lo hice sólo y tuve la suerte de tener justo en frente dos jóvenes que por la postura que adoptaban, abiertas de piernas, pensé que querían poner la almeja morena, tanto por dentro como por fuera, y a buena fe de que ambas estaban a punto de lograrlo ya que ésta mostraba un color rosado tirando a encarnado, inequívoca señal de que el sol se la estaba tostando.
Debo decir que ante la visión que tenía ante mí, me tuve que pasar todo el día boca abajo y hacer un agujero en la arena para enterrar el miembro. Entiéndase que al decir enterrar no lo hago por darlo por muerto sino todo lo contrario, estaba muy vivo y coleando. Este acontecimiento me provocó unos dolorosos daños colaterales, quemaduras de tercer grado en el culo, dolor testicular y mucha arena en la zona.
Dirás tú que un baño en el agua fría de la ría me hubiese calmado, lo cual admito y te doy la razón, pero me pareció inapropiado caminar hasta el agua con el miembro empalmado.
La parte positiva del asunto es que durante el tiempo que pasé en la playa y ante la vergüenza que me daba tumbarme boca arriba con el mástil recto y erecto, tuve tiempo a leer el libro que llevaba y hacer un crucigrama.
Por eso quiero hacer un llamamiento a todas aquellas mujeres hembras que en las terrazas están abiertas de piernas o en postura indecorosa mostrando sus bragas queriendo o sin quererlo, piensen un poco en nosotros y hagan el favor de sentarse como Dios manda, o bien y en el caso de que la postura correcta les resulte incómoda, tengan a bien no usar ropa interior para así poder contemplarlas en todo su esplendor.
He dicho y lo he dicho porque no hay derecho a que se nos prohiba fumar en los bares y sin embargo quede impune mostrar las bragas en las calles.

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(1) miopía: padecimiento de la vista que impide ver bien de lejos si no tienes las gafas colocadas y bien graduadas.

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