martes, 28 de junio de 2011

Quiero ser cartelista... carterista no, cartelista.

Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, querid@s amig@s, etc. etc. y etc. Después de la entrada de ayer y anteayer referente al tema de la velocidad a la que se puede circular por la autopista, la cual según mi amigo Toni que de esto sabe un huevo por ser camionero, me veo en la obligación de pedir perdón por ser tan cabezón, aunque eso sí, con razón o sin ella a mi esposa ni pío. Así que líbreme Dios de que lea la contestación de Toni, porque me come los cojones, metafóricamente hablando por supuesto, pues si lo hiciese literalmente por mi parte no pondría ninguna objeción.
Así que por lo que me conviene doy por zanjado el tema al que me refiero en mis dos entradas anteriores y aunque el tema del enfado con la parienta ya estaba también olvidado, cuando acabe de escribir esta entrada me lanzo sobre ella y le doy unos cuantos besos y otros tantos mimos, aun a sabiendas de que la cosa no llegará a mayores, es decir, que por mucho que la bese y la mime, doy por hecho que esta noche tampoco mojo el churro.
Así que dicho esto, cambio de tema y a otra cosa mariposa.
O mejor no, que coño... ya que no meto la polla me consolaré intentando meterle alguna puya al Presidente del Gobierno de este país llamado Aquí.
Recuerdo que cuando comencé a trabajar en esta santísima empresa teníamos en plantilla un rotulista de los de antaño, es decir de regla y pincel fino. Era todo un artista en su profesión. Y yo me moría de envidia al verlo trabajar porque aquello sí que me gustaba y no romperme los cuernos con los números.
Con la llegada de la informática y los ploters, el trabajo de rotulista artesano se fue al carallo y dejó de pintarse a mano todo tipo de cartel, letrero o señal.
Yo recuerdo conversaciones con el hoy fallecido rotulista en las que le mostraba mi admiración por su trabajo, al mismo tiempo que le decía que me gustaría dedicarme a lo mismo. "Ni se te ocurra Losadiña que esto no tiene futuro", me respondía siempre. Lo que nunca sabrá el difunto Sr. Pasín, es lo equivocado que estaba.
Hoy con un buen equipo, regalando un par de jamones o unos trajes si hace falta y en el mejor de los casos, te haces con la concesión de toda la rotulación que encargue el gobierno y en dos años estás forrado. Porque entre los famosos carteles del PLAN E y los de ahora en las señales de tráfico, hubiese ganado lo suficiente como para tener un chalé con piscina, sauna, cancha de tenis y otros lujos, aparte de un Mercedes a la puerta.
Vamos, que seriamos ricos... ¡quieto ahí!, que si digo "seríamos" no lo digo por ti. Eso lo seríamos yo y el encargado gubernamental de contratar al rotulista. Porque si de algo estoy seguro es que tendría que darle un sobre por detrás. Y yo estaría dispuesto a darle el más grande y el más lleno con tal de hacerme con ese chollo.
Así a ojo de buen cubero le puedo calcular a cada letrero del Plan E unos 300 euros, y a cada cartel de límite de velocidad unos 50 y tirando por lo bajo. Ahora bien, y te lo pregunto a ti amigo Toní, que te pasas el día en la carretera: ¿has contado alguna vez todas las señales que hay?, ¿no?... pues tampoco lo hagas no vaya a ser que te despistes y te empotres contra una de ellas.
Lo que yo digo, sólo con estas dos concesiones ya sería UN CHOLLO y seguro que se diría de mí que soy el AMANCIO ORTEGA DE LA CARRETERA.
Sí señores, señoras y señoritas, entre carteles, cambio de señales y recambio de las mismas, se han gastado más pasta que lo que se ha ahorrado en combustible. Y que me parta un coco si me equivoco pues una de mis tareas de oficina era presupuestar y facturar los carteles que hacía el difunto Sr. Pasín.
¿Cómo dices?... que por ser antes un trabajo hecho a mano era más caro... LOS COJONES.
El difunto Sr. Pasín no precisaba un técnico de mantenimiento, su jornal de todo un año no llegaría para el ploter más barato y el único virus que cogía era un resfriado de cuando en cuando, y si éste era sólo de tos y mocos, tenía que seguir al pie del cañón pintando números y letras, aparte de que los rótulos que pintaba se hacían sobre un tablero de fimapán y se colgaban con cuatro puntas.
Vamos, que por lo que cuestan unos cuantos metros de papel de venilo adhesivo que ahora se emplea, pintaba él la famosa cúpula o bóbeda del tal Barceló, dejándola mejor acabada y con la pintura bien anclada sobre la base. Porque el Sr. Pasín, aparte de ser un artista era un profesional como la copa de un pino. Y pongo como ejemplo de ello que el rótulo que hay a la entrada del taller donde trabajo, lleva 45 años pintado y no le cayó ni una letra, ni un punto y tampoco un acento. Eso sí, esta lleno de mierda pero eso es otro cuento del que habría que responsabilizar a cierto puerco.
Mira que lo pensé en mis tiempos... hacerme rotulista, peeeero... como dice el refranero: "camarón que se duerme se lo lleva la corriente". En todo caso y dado a que ahora me dedico a la pintura por hobby, haré llegar una propuesta al Gobierno para hacer más atractivas las señales, por ejemplo donde esté limitado a 100 yo se lo podría hacer con un 1 y 2 tetas, y quien dice dos tetas dice dos cojones. Eso lo dejaría al gusto del encargado de las concesiones.
Eso sí, no me olvidaré de acompañar a mi propuesta un jamón, un traje o un sobre vacío para que capten la indirecta.
Así que mis querid@s amig@s, corto y cierro esta entrada y me pongo manos a la obra con la idea planteada, porque debo hacerlo a toda prisa ya que sospecho que a este gobierno le quedan cuatro Telediarios y son capaces de aceptar lo que sea con tal de llevarse una buena tajada como recuerdo de su paso por el poder y de paso dejarle un buen marrón a la oposición si se diese el caso de que ésta llegue a gobernar algún día.
Y si no... no hay problema, cuando gobierne Mariano, en lugar del jamón una caja de los mejores habanos. Porque si de algo estoy seguro, es de que si el regalo es bueno cuela gobierne quien gobierne.