jueves, 12 de noviembre de 2009

Busco ordeñadora con urgencia

Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, señores, señoras y señoritas en general. Reaparezco de nuevo como el Tambre al otro lado del puente para hacer esta entrada que ruego no sea tomada en broma ya que la hago muy en serio y a la desesperada.
Sigo de baja laboral y como había dicho en mi anterior entrada el pasado viernes fui examinado por una psicóloga, la cual ante mi estado hizo como Pilatos, se lavó las manos y me remitió a un psiquiatra que me verá el próximo 21 de enero. Por lo tanto y hasta esa fecha seguiré estando de baja laboral.
Afortunadamente mi estado de ánimo va mejorando con el tratamiento, aunque en algunos aspectos sufro los efectos secundarios del mismo y es de ellos de los que quisiera hablaros, al mismo tiempo que ruego que si entre mis lectoras o lectoras hay algún médico le pido por favor que me ayude.
Acababa mi anterior entrada con la siguiente frase: “Eso sí, me paso el día bostezando y en cuanto pillo el sofá me pego siestas de dos o tres horas que me prestan de puta madre y que me levantan el ánimo, porque hacía años y años que no se me ponía tiesa con tanta frecuencia”.
Supongo que sois lo suficientemente inteligentes como para saber que es lo que se me pone tiesa… vale.
Pues bien, este fenómeno se me está repitiendo con cierta frecuencia, aparte de otros que afectan a mi vida sexual y que explicaré a continuación.
Debo confesar que con 49 años ya cumplidos, al principio de ocurrirme este agraciado fenómeno me sentía como un chaval, llegando incluso a dudar de que si en lugar de antidepresivos me habían dado Viagra. Pero no.
Por esta parte me consideraba un hombre afortunado, pero no todo iba a ser bueno.
Dadas estas anomalías y otras que afectan a mi sexualidad y otras he leído el prospecto del medicamento y me encuentro con lo siguiente: “ Los efectos adversos que pueden aparecer de forma muy rara entre 1 persona de cada 10.000 que toman el medicamento son (entre otros y al que yo me refiero) el priapismo, y a continuación y entre paréntesis lo describe con claridad “erección anormal y prolongada del pene”.
¡Que guay! dirás tú… y yo también por supuesto, sino fuese por lo otro.
Este priapismo me ocurre con cierta frecuencia y en los momentos más inesperados, por ejemplo el otro día me afectó adobando un pollo y cuando éste estaba ya asado yo aun estaba empalmado.
Anteayer bajé al bar a tomarme un descafeinado y me volvió a ocurrir, por lo que me tuve que tomar tres descafeinados, un Trina y una cerveza sin alcohol. Y en el momento en el que el bar estaba casi vacío tuve que salir corriendo y desde la puerta gritarle a la camarera “luego te lo pago Marisol que se me olvidó la cartera en casa”.
1 caso entre 10.000, me habría tocado la lotería diría de no ser porque entre los efectos más frecuentes está el de la falta de eyaculación y estreñimiento.
Sin ánimo de hacer un chiste o un verso diré que todo bien por el culo, pero por delante no eyaculo.
Y esto distinguidos lectores, queridísimas lectoras, señores, señoras y señoritas en general, traen como consecuencia unos daños colaterales que el prospecto no describe pero que yo padezco, como son por ejemplo, un esguince en ambas muñecas y ayer pasando la fregona descubrí un callo en la palma de la mano.
A la parienta la tengo feliz y contenta, pero la pobre y en vista de mi problema, cuando acaba se da la vuelta y a mí que me follen.
Según la doctora debo estar con este tratamiento un mínimo de 6 meses, y no sé si aguantaré tanto ya que a veces dudo entre suicidarme o cortármela por lo sano.
De todo esto yo le doy vueltas a la cabeza y me han hablado de una anciana que vive por aquí cerca que dicen lleva muchos años ordeñando las vacas a mano. Yo la he visto y me he fijado en sus manos, arrugadas, encallecidas y con mugre bajo las uñas.
Al principio me dio un poco de asco, pero luego de pensar que ella a lo mejor pudiese extraerme aunque sólo fuese una gota me atacó el priapismo y me puse como un ceporro, pero claro, lo mismo le expongo el problema a la vieja y se muere de un infarto, o lo que sería peor, lo mismo me pide que me la tire.
Pero lo que más me preocupa de todo esto es a donde ira a parar tanta leche: a los pulmones, al corazón, al hígado o a los riñones. Quedan descartados los cojones porque me los miro y me los palpo y observo que no han variado de tamaño.
De ahí que haga esta entrada a la desesperada, ya que preciso con urgencia una máquina de ordeñar industrial de las que se utilizan para sacar la leche de las vacas.
Y ahora me vais a perdonar que corte la entrada de esta manera pero me está atacando de nuevo el priapismo y me está jodiendo la moral.
¡Ah, que tiempos aquellos en los que dos sacudidas y todo para fuera!.