viernes, 30 de octubre de 2009

Alegres despertares

Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, señores, señoras y señoritas en general, una vez recuperado del susto de anteayer, que fue de los gordos, gordos y dado que aun no me he tomado las pastillas de la noche, me animo a hacer esta entrada porque si digo la verdad, no tengo otra cosa que hacer, ya que hoy la parienta ha librado medio día del trabajo y mis labores de Maruja se han limitado a hacer las camas, pasar la aspiradora y pelar patatas, el resto del día me lo he pasado sin hacer nada, o como vulgarmente se suele decir rascándome los cojones.
Antes de nada quiero dar las gracias al señor Bil Gueis por haber inventado el corrector ortográfico de Word, pues de lo contrario esta entrada no habría Dios que la entendiese, ya que tengo la mente como bloqueada, de hecho el motivo por el cual acudí al médico vino a consecuencia de que escribiendo me comía letras, y no me refiero a escribir en el teclado cosa que puede ser hasta normal, sino que me pasaba escribiendo a mano.
Esta circunstancia me sucedió trabajando cuando tomando nota de un recado me pasó hasta cinco veces. Tomé nota la primera vez y me pasó, quise volver a tomar otra vez la misma nota y me volvió a ocurrir, y otra vez y otra y otra. A la quinta cerré todo lo que tenía abierto y salí a toda pastilla para el médico consciente de que un cable en mi cabeza no funcionaba correctamente.
Debo añadir que camino del médico consulté esto con mi cuñado que es electricista pero la solución que me dio no me dejó tranquilo. Según él el cable rojo hacía contacto con el negro y me recomendó cortar el cable verde. Evidentemente no le hice caso, pues como todos sabemos el cable verde es el que provoca que la cosa se levante.
E igual que me pasa con las letras me pasa con los números, cuentas no hago porque ni me atrevo, pero cuando pago con monedas tengo que contarlas varias veces y me equivoco con mucha frecuencia.
Estoy a una semana de visitar al psiquiatra y estas cosas que he comentado pueden significar dos cosas, una es que mi cuñado tenga razón y otra es que me esté volviendo tonto…. Pero el cable verde no lo corto ni de coña, porque si hay algo en mí que sigue funcionando como siempre es precisamente eso, ya que cada vez que me despierto lo hago con el asunto en posición de firme, eso sí, al hacer pis se baja, pero al menos ahí no hay cambios destacables, salvo que antes sólo me pasaba por las mañanas, ahora también con la siesta.
Ahora bien, susto gordo el del otro día que pensé que la cosa se agravaba. De lo más tranquilo y relajado abrí el periódico mientras revolvía el descafeinado y que leo… Alcorcón 4 Real Madrid 0…. ¡Diosssssss!, el cable de los cojones (el verde no, el que tengo mal ) ya no me deja ni leer correctamente ¡lo que me faltaba!.
Me froté los ojos y volví a leer y otro susto ya que luego veía todo borroso, muy borroso. Pero bueno, este susto me duró poco ya que enseguida caí en la cuenta que me había frotado los ojos sin quitarme las gafas y que las había pringado con la grasa del croasant.
Tuve que preguntar a la camarera si lo que yo leía era lo que ponía, al confirmarme ésta que era cierto sentí el efecto de los antidepresivos, porque servidor, que es colchonero hasta la médula, se llevó tal alegría que por un momento creí que me había curado la depresión de golpe y porrazo.
Por lo demás debo decir que poco a poco voy recuperando el ánimo, aunque sigo siendo incapaz de reaccionar en ciertas situaciones, mi cabeza se niega a pensar y ante la mínima duda me quedo en blanco y cualquier problema que me ocurra, por mínimo que sea, parece que el mundo se me viene encima.
Pero bueno, el tratamiento parece que empieza a hacer efecto, al menos me encuentro relajado y ese estrés y esa mala hostia que tenía últimamente se me ha ido, igual que esas ganas de llorar que tenía continuamente. Eso sí, me paso el día bostezando y en cuanto pillo el sofá me pego siestas de dos o tres horas que me prestan de puta madre y que me levantan el ánimo, porque hacía años y años que no se me ponía tiesa con tanta frecuencia.

lunes, 26 de octubre de 2009

Diario mañanero de una Maruja deprimida

Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, señores, señoras y señoritas en general. Antes de nada quiero agradecer los mensajes de ánimo recibidos en mi anterior entrada y decir que aunque parezca una tontería me han levantado un poco el ánimo, aparte de que hoy luce el sol y eso también alegra de carallo.
En estos momentos son exactamente las 12:50 horas a.m. de la mañana, pero no tengo ni puta idea de si por la hora nueva o por la vieja. Llevo levantado desde las 8:10 a.m. de la mañana porque esta semana y de acuerdo con el intercambio de parejas que desde que comenzaron las clases mantengo con un matrimonio vecino, una semana me toca llevar a las niñas al instituto a mí y otra semana a la vecina, queriendo añadir al respecto que este intercambio tan solo afecta a este proceder, pues en lo tocante a lo otro cada uno se acuesta con la suya, o al menos yo no me acuesto con su mujer aunque desconozco si la mía lo hace con su marido, hecho que no puedo comprobar ya que con tanta pastilla que tomo en cuanto pillo la horizontal me quedo profundamente dormido y no podría ni siquiera asegurar que en cuanto esto sucede venga el vecino y se meta en mi cama. Eso sí, cuando despierto la única que está en cama conmigo es mi mujer.
Hoy está un día precioso por aquí, así que luego de hacer las camas, fregar los cacharros del desayuno y pasar la aspiradora, he bajado hasta el bar de enfrente a tomarme mi descafeinado (he tenido que dejar el café porque dicen que me pone más nervioso, aunque para mí que es la leche la que me produce este efecto).
He quitado tabaco de la máquina y me he ido hasta un banco del parque en el que me he sentado a tomar el sol. Y allí estaba como Dios hasta que me entraron las ganas de fumar un cigarrillo. Busco el paquete por aquí, por allí y también en el bolsillo y pardiez (nótese el efecto de los tranquilizantes, pues de lo contrario me hubiese cagado en Dios al comprobar que éste me había quedado olvidado en la máquina del tabaco).
Allá me voy con la prisa que puedo meterle a mis maltrechas piernas y con la confianza de que algún alma caritativa lo hubiese devuelto a la camarera, pero con los tres euros en la mano por si acaso tuviese que comprar otro paquete. Al pensar en que tendría que volver a comprar otro paquete me puse un poco de los nervios, porque me jode pagar el mismo impuesto dos veces, hecho por el cual y de esta vez si me he cagado en Dios, porque hay cosas que ni con los tranquilizantes se mitigan.
Nada más llegar y preguntar a la camarera si alguien había devuelto el paquete de tabaco ésta me lo dio ya que se había dado cuenta de que ando tan apirolado que allí me lo había dejado.
Era la hora en la que las amas de casa bajan a tomar el café por lo que el bar estaba abarrotado de mujeres, motivo por lo que me tomé otro descafeinado y les hice un poco de compañía. Yo me sentía una más entre tantas, aunque creo que a más de una le alegró ver a un hombre en medio de todas. De saberlo me hubiese afeitado antes para no ir con esta barba de dos días.
Me tomé el café y como una Maruja más salí del bar con la prisa que me puedo dar diciendo en voz alta y para que todas me escucharan que era la hora de tender a secar la colada… Y quedé como Dios al decirlo, tanto es así que la espabilada de turno me preguntó si podría pasarme luego por su casa a plancharle la suya. Si es que algunas tienen un morro…
Ahora me toca hacer un poco el tiempo ya que en 15 ó 20 minutos me toca ponerme con la cocina. Voy sobrado de tiempo para ello pero gusta hacerlo con calma, ya que si lo tengo que hacer con prisa al pelar las patatas les corto monda de más y francamente, no están los tiempos para derrochar ni siquiera en estas cosas, porque no sé si lo sabrás, pero lo que se cobra estando de baja por enfermedad no llega ni para el alpiste del canario.
Afortunadamente en casa no tenemos canario, pues de tenerlo juro que ya lo hubiese cocinado, pues conozco una receta de perdiz en escabeche que está para chuparse los dedos.
En fin, que hoy me siento un poco más animado, supongo que será en parte gracias al día tan bonito que hace por aquí o porque mi mala racha parece que empieza a cambiar, lo digo por el paquete de tabaco que ya daba por perdido.
En fin, cuando son exactamente las 13:20 pongo punto y final a esta entrada y me pongo con la cocina, porque todavía no sé si el reloj va por la hora nueva o por la vieja y nada me jodería más que el que llegase mi niña y me encontrase rebozando los filetes de pollo… ¡Ostia, me cago en la puñeta!, que se me ha olvidado comprar el pan rayado… ¡Uy que cabeza la mía!...

domingo, 25 de octubre de 2009

I.T. chupando de la Seguridad Social

Que yo sepa y si el profesor que tuve en la escuela no estaba equivocado, hay una parte en la que el río Guadiana desaparece para luego volver a aparecer. Y no es ese el único río en el sucede este hecho, este fenómeno no me lo han enseñado en la escuela pero si lo he podido comprobar in situ con estos ojitos verdes con los que mi madre me ha parido, ya que el Tambre a su paso por el pueblo en el que vivo (Sigüeiro) hace lo mismo. Desaparece bajo el puente que lo cruza y vuelve a aparecer al otro lado del mismo.
Y esto ni es mentira ni hay truco ya que para comprobarlo no he tenido más que tirar un palito a un lado del puente y después de atravesarlo a toda leche lo he visto aparecer flotando sobre el agua, y esto no deja lugar a dudas, era el mismo río y el mismo palito.
Doy esta explicación porque a mi me pasa lo mismo, desaparezco una temporada y vuelvo a aparecer más tarde, ahora bien, lo que no sé es si soy el mismo que desapareció hace un mes y que ahora reaparece, que le vamos a hacer si no se me ocurrió agarrar un palito en el momento de desaparecer para ver si sigo siendo el mismo.
Atarme un lacito en cierto sitio pudiese haberme servido para comprobarlo, conste que esto sí se me pasó por la cabeza, pero al verme mi parienta con un lazo atado en la minga se descojonó de la risa, lo que me hizo sentirme a mí como un gilipollas y a ella llevarse una pequeña decepción, ya que en principio pensó que era un regalo que yo le hacía.
Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, señores, señoras y señoritas en general, y de manera especial a quienes después de leer mi anterior entrada se piensen que si hasta ahora no he dado señales de vida, debo decirles que mi ausencia no ha sido a consecuencia de la resaca, pero reincidiendo en la espiral de mala suerte en la que había dicho que me encontraba, ésta sigue dando vueltas y vueltas y más vueltas, y que en estos momentos me encuentro pasando una de las peores etapas de mi muy ajetreada vida.
Mi última entrada tiene fecha del 18 de septiembre, y desde tres días más tarde de ella me encuentro de baja laboral, es decir, estoy contribuyendo a que este país siga sin levantar cabeza económicamente ya que me he sumado a uno de tantos y tantos españoles que maman de la teta sin dar un palo al agua… y oye, no estaría mal el asunto de no ser por lo jodido que me encuentro.
Como creo que había contado en una de las dos entradas anteriores y tras acudir en varias veces al médico por problemas relacionados con el estrés y la subida de la tensión arterial que me provocaba esta situación, han optado los entendidos en la materia en recetarme tranquilizantes a granel a los que desde la semana pasada le han añadido antidepresivos.
Es decir, que la espiral ha dando vueltas y vueltas y se ha ido cerrando hasta provocarme una depresión a la que de momento no le veo salida, y lo que para algunos de mis lectores será normal que tenga que hacerlo y extraño que hasta ahora no lo hubiese hecho, el próximo día 6 de noviembre debo visitar a un psiquiatra.
Y por si esto fuese poco, esos paseos que me daba por el pueblo mientras lució el sol acabaron de joderme la rodilla, por lo que el día 13 del mes que viene también he de acudir al centro de cirugía ortopédica porque a juzgar por la primera impresión de la doctora que me examinó, creo que van a implantarme una prótesis.
En estos momentos no me duele porque apenas salgo de casa, una porque llueve y otra porque me da vergüenza que un mozo tan guapo y apuesto como soy necesite de un bastón para caminar. Y de rebote este encierro en casa me está provocando otro mal: el Síndrome de la Maruja, ya que con la mujer trabajando y los hijos en el instituto, la mayor parte del día me siento más sólo que la una.
Y como se suele decir no hay dos sin tres, esta mañana mordiéndome las uñas, le me metido el diente de más a una y me he hecho pupa en el dedo índice de la mano derecha, que es el que suelo utilizar para escarbar en la nariz (ya sabes).
Quiero decir que en todo este tiempo no le he echado ni una simple mirada al blog, ni al mío ni a los vuestros, la verdad es que no tengo ni humor ni ganas de nada, de nada, nada, pero hoy al hacerlo y leer los últimos mensajes que algun@s me habéis dejado me han levantado un poco el ánimo y por ello hago esta entrada, para deciros que estoy vivo, un poco jodido, pero vivo, y que sé que esto que me está pasando no es más que una mala racha que como cualquier otra un día se acabará, espero que pronto, quizás antes de lo que pienso ya que anteayer tuve una erección repentina y sin venir a cuento y eso creo que es una muy buena señal.
Por eso que quiero agradecer estos últimos mensajes en los que decís que me echáis de menos y que volveré, igual que el Guadiana y que el Tambre al otro lado del puente… siempre y cuando el psiquiatra no recomiende ingresarme en un manicomio.
Por cierto y antes de acabar, quiero dejar bien claro que de lo mío no tiene culpa Zapatero.