Pastillas para las niñas
Finalizaba la década de los 70 y cambiaban muchas cosas en este país llamado aquí. Pese a mi corta edad y el poco interés que la política despertaba en mí, fui consciente de esos cambios cuando en el quiosco del barrio vi expuesta la revista LIB, en cuya portada salía una rubiaza enseñando las tetas.
Lo primero que pensé al verla es que fuese como fuese mis manos tenían que posarse sobre aquellas tetas, lo que me llevó a romper la hucha para conseguir el dinero y comprar la revista, lo cual hice tres barrios más abajo para mantener el anonimato y no pasar vergüenza.
Salí del kiosco con ella oculta bajo la cazadora y corrí ansioso hacia un lugar en el que poder ojearla en la intimidad y con toda seguridad. Después de mucho pensar se me ocurrió que para ello no había mejor sitio que el cuarto de baño.
Acomodado en la taza del retrete posé mis ojos sobre aquel par de tetas al no poder hacerlo con mis manos por tenerlas ocupadas. Con la izquierda pasaba página mientras que con la derecha no recuerdo exactamente lo que hacía, sólo sé que no sujetaba el cigarro ya que por aquel entonces no fumaba, pero sí sé que estaba ocupada, puedo suponer en qué pero no voy a aventurarme en decirlo por temor a equivocarme.
Aquel par de tetas hicieron que aquella revista se convirtiese en mi lectura favorita, sobre todo las páginas centrales en las que por aquel entonces una exuberante Susana Estrada nos enseñaba todo lo que había que saber sobre el sexo.
Y yo, que aun no había catado un conejo, ponía todo mi empeño en aprender el arte de amar, adquiriendo así un alto nivel de conocimientos en cuanto a la teórica y nulo en cuanto a la práctica, ya que todos los consejos que daba iban encaminados a la práctica del sexo en pareja. Y yo practicaba mucho sexo… pero en solitario (de ahí que suponga en qué tenía ocupada la mano derecha).
Lo primero que aprendí con Susana fue lo poco recomendable que era practicar la marcha atrás, a lo que no le di demasiada importancia debido a que entonces no tenía el permiso de conducir ni edad para tenerlo.
Cuando me enteré que con marcha atrás se refería al coitus interruptus casi me muero de la risa, y cuando me enteré que un coito es un polvo casi me muero de vergüenza por mi ignorancia. Cuando asimilé todo esto y comprendí que se estaba refiriendo a interrumpir el polvo en lo mejor de la faena, casi me muero de pena.
Mis primeras experiencias con esta técnica poco recomendable fueron fatales ya que no me salia bien ni a la de tres. Más que un coitus interruptos lo que hacía yo era la marcha atrás interruptus, es decir, hacía ademán de sacarla rápidamente, pero interrumpía la maniobra de retroceso y volvía a empujar con fuerza para dentro.
Y eso que había miedo, sí, había miedo a no sacarla a tiempo y dejar embarazada a la chavala, lo cual suponía pasar por vicaría. De esto pueden dar fe algunos de mis viejos amigos: Abel, Toño, Carlos, Cholo, Joaquín, Javier y Fran entre otros, que por no practicar el coitus interruptos dejaron embarazada a la novia y se tuvieron que casar con ella. Todos excepto Fran, quien sí se casó con ella, aunque las malas lenguas aseguraban que había sido Juan Luis quien no la había sacado a tiempo.
Bien, pues desde ayer mismo los jóvenes y jóvenas de este país llamado aquí no tienen porque preocuparse de poner un condón o meter la marcha atrás, ya que ha sido aprobada por el Gobierno la venta de la pastilla del día después, sin tener que enseñar el DNI para demostrar mayoría de edad y sin tener que ir tres barrios más abajo para comprarla.
Esta aprobación trae mucha polémica, sobre todo por el hecho de permitir que esta pastilla pueda venderse a menores de edad.
Como padre de una menor he intentado imaginarme en el supuesto de saber que mi hija tuvo de recurrir a ella para evitar quedarse embarazada, pero no he podido ya que simplemente con pensar en que mantiene relaciones me ha puesto frenético, por lo que he optado por lo menos doloroso, así que he pensado en que es tú hija la que mantiene relaciones. Sí, sí, la tuya.
Y pensando he llegado a la conclusión de que si nunca te dirá que ya folla y con quien lo hace y tú tampoco quieres saberlo, ¿por qué quieres ser tú quien dé su autorización para que tome o no la pastillita de marras si estoy seguro de que tampoco la has autorizado para que folle?.
¿Cómo coño va a confiar tu hija en ti sabiendo que las has estado engañando media vida con el cuento de que a los niños los trae una cigüeña de París?.
No amigo, no, los niños no son tontos y las niñas aun menos que ellos. Apuesto a que recuerdan todo lo que les has enseñado referente al sexo y con una explicación como la anterior seguro que se creen que saben más que tú.
Pero todo esto tiene una fácil solución y ésta es hablarle a los hijos con franqueza y sin meterle cuentos parisinos en la cabeza.
Por lo que a mí respecta y dado que en estos momentos no cuento con la ayuda de Susana Estrada para que avale mis conocimientos en temas de sexo, asesoro a mi hija como buenamente puedo y sobre este tema hace tiempo que ya le he hablado alto, claro y en un perfecto castellano para que me entienda: como eches un novio te mato.
Lo primero que pensé al verla es que fuese como fuese mis manos tenían que posarse sobre aquellas tetas, lo que me llevó a romper la hucha para conseguir el dinero y comprar la revista, lo cual hice tres barrios más abajo para mantener el anonimato y no pasar vergüenza.
Salí del kiosco con ella oculta bajo la cazadora y corrí ansioso hacia un lugar en el que poder ojearla en la intimidad y con toda seguridad. Después de mucho pensar se me ocurrió que para ello no había mejor sitio que el cuarto de baño.
Acomodado en la taza del retrete posé mis ojos sobre aquel par de tetas al no poder hacerlo con mis manos por tenerlas ocupadas. Con la izquierda pasaba página mientras que con la derecha no recuerdo exactamente lo que hacía, sólo sé que no sujetaba el cigarro ya que por aquel entonces no fumaba, pero sí sé que estaba ocupada, puedo suponer en qué pero no voy a aventurarme en decirlo por temor a equivocarme.
Aquel par de tetas hicieron que aquella revista se convirtiese en mi lectura favorita, sobre todo las páginas centrales en las que por aquel entonces una exuberante Susana Estrada nos enseñaba todo lo que había que saber sobre el sexo.
Y yo, que aun no había catado un conejo, ponía todo mi empeño en aprender el arte de amar, adquiriendo así un alto nivel de conocimientos en cuanto a la teórica y nulo en cuanto a la práctica, ya que todos los consejos que daba iban encaminados a la práctica del sexo en pareja. Y yo practicaba mucho sexo… pero en solitario (de ahí que suponga en qué tenía ocupada la mano derecha).
Lo primero que aprendí con Susana fue lo poco recomendable que era practicar la marcha atrás, a lo que no le di demasiada importancia debido a que entonces no tenía el permiso de conducir ni edad para tenerlo.
Cuando me enteré que con marcha atrás se refería al coitus interruptus casi me muero de la risa, y cuando me enteré que un coito es un polvo casi me muero de vergüenza por mi ignorancia. Cuando asimilé todo esto y comprendí que se estaba refiriendo a interrumpir el polvo en lo mejor de la faena, casi me muero de pena.
Mis primeras experiencias con esta técnica poco recomendable fueron fatales ya que no me salia bien ni a la de tres. Más que un coitus interruptos lo que hacía yo era la marcha atrás interruptus, es decir, hacía ademán de sacarla rápidamente, pero interrumpía la maniobra de retroceso y volvía a empujar con fuerza para dentro.
Y eso que había miedo, sí, había miedo a no sacarla a tiempo y dejar embarazada a la chavala, lo cual suponía pasar por vicaría. De esto pueden dar fe algunos de mis viejos amigos: Abel, Toño, Carlos, Cholo, Joaquín, Javier y Fran entre otros, que por no practicar el coitus interruptos dejaron embarazada a la novia y se tuvieron que casar con ella. Todos excepto Fran, quien sí se casó con ella, aunque las malas lenguas aseguraban que había sido Juan Luis quien no la había sacado a tiempo.
Bien, pues desde ayer mismo los jóvenes y jóvenas de este país llamado aquí no tienen porque preocuparse de poner un condón o meter la marcha atrás, ya que ha sido aprobada por el Gobierno la venta de la pastilla del día después, sin tener que enseñar el DNI para demostrar mayoría de edad y sin tener que ir tres barrios más abajo para comprarla.
Esta aprobación trae mucha polémica, sobre todo por el hecho de permitir que esta pastilla pueda venderse a menores de edad.
Como padre de una menor he intentado imaginarme en el supuesto de saber que mi hija tuvo de recurrir a ella para evitar quedarse embarazada, pero no he podido ya que simplemente con pensar en que mantiene relaciones me ha puesto frenético, por lo que he optado por lo menos doloroso, así que he pensado en que es tú hija la que mantiene relaciones. Sí, sí, la tuya.
Y pensando he llegado a la conclusión de que si nunca te dirá que ya folla y con quien lo hace y tú tampoco quieres saberlo, ¿por qué quieres ser tú quien dé su autorización para que tome o no la pastillita de marras si estoy seguro de que tampoco la has autorizado para que folle?.
¿Cómo coño va a confiar tu hija en ti sabiendo que las has estado engañando media vida con el cuento de que a los niños los trae una cigüeña de París?.
No amigo, no, los niños no son tontos y las niñas aun menos que ellos. Apuesto a que recuerdan todo lo que les has enseñado referente al sexo y con una explicación como la anterior seguro que se creen que saben más que tú.
Pero todo esto tiene una fácil solución y ésta es hablarle a los hijos con franqueza y sin meterle cuentos parisinos en la cabeza.
Por lo que a mí respecta y dado que en estos momentos no cuento con la ayuda de Susana Estrada para que avale mis conocimientos en temas de sexo, asesoro a mi hija como buenamente puedo y sobre este tema hace tiempo que ya le he hablado alto, claro y en un perfecto castellano para que me entienda: como eches un novio te mato.
5 han comentado:
alto y claro si señor.
Esto de las pastillas no termino yo de aprobarlo, y ya no sólo por el tema de la edad sino por el inexistente control médico, no se yo que ocurrirá con las hormonas si a estas criaturas se les ocurre tomar una pasti después de cada polvo...
un abrazo D. Manué!!!
No te hagas mala sangre amigo, la llamada de la naturaleza le llegará mas pronto que tarde, y eso no hay decreto, ni padre, que lo pare. Si yo te contara...
Lo otro... lo otro me parece un disparate, si, un disparate.
La sexualidad es lo más normal del mundo, los sentimientos encontrados de la esperienccia es otra cosa y tratamos de transmitirlo siempre como padre en este y todos los aspectos de la vida.
Pero como bien recalcas Manolo, follar van a follar, y que follen lo que quieran, pero sabiendo lo que están haciendo, como hacerlo y en caso de accidente con el apoyo de su familia siempre.
Saludos con retrasos pero el Outllok me está gastando algunas malas jugadas, igual a tomado la píldora y no suelta los post de mis amigos.
Tu hija habá escuchado todos tus consejos y los de la enseñanza en la escuela y los de sus amigas pero...llegado el momento, hará lo que quiera...como hemos hecho todos.
El problema siempre es el mismo...de base. Sería necesario una buena enseñanza desde el principio. Aunque, tratándose de ésta asignatura...uno acaba olvidándose lo aprendido en el "momento menos oportuno".
Te dejo un Bico Manolo.
Se trata Manolo deque la dispense un médico no un farmacéutico. Sobre la necesidad de que lo sepan los padres, yo creo que los 16 es una buena barrera, antes se los avisa y después la niña el libre de no decirselo y punto.
Si no ponemos una edad mínima para avisar a los padres estaremos dando una libertad que ningún padre ni sociedad civilizada está en disposiciónd e dar- Amén de que será usado como método anticonceptivo para todos los Sábados por la noche.
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