Por aquí me ando otra vez
Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, etc, etc, etc. Después de mi última entrada titulada "hasta pronto, hasta tarde o hasta nunca", he querido daros un poco de suspense y prolongado un par de meses mi reaparición para ver si alguno me daba por fallecido, pero en vista de que no he recibido ningún mensaje de condolencia por lo que para mí sería una tragedia (morirme), he decidido romper el suspense y escribir esta entrada en la cual os relataré con pelos, señales y si hace falta y para adornarlo un par de lunares, lo que ha sido mi periplo hospitalario.
Para ello voy a dividir ésta entrada en cuatro capítulos como si de cuadrilátero equilátero se tratase, más epílogo final. Estos capítulos los llamaré: el pre-operatorio, el operatorio, el post-operatorio, epilogo y lo que viene después.
Y sin más dilación empezaré por el primero a partir de ya.
Ya.
CAPITULO 1: EL PRE-OPERATORIO.
El día 20 de enero me presenté con mi esposa y en ayunas ante la puerta del hospital. Aprovechándome de la escasa visivilidad por lo temprano de la hora y valiéndome de la picaresca española, moví un par de metros el cono que delimitaba la zona de estacionamiento, con lo que mi coche quedó justo, justo a las puertas del hospital. Hay que tener mucha cara para esto y esta es mi especialidad, aparte de otras que ahora no vienen a cuento.
Hecha esta jugarreta me dirigí nervioso hacia la planta de traumatología, a la cual llegué con una puntualidad inglesa, y nada más llegar me tranquilizó ver que el celador de esa planta era un viejo amigo al que hacía tiempo que no veía. La presencia de éste me hizo saber que estaba en buenas manos y que todo saldría a la perfección.
¡Y que equivocado estaba!.
Nada más llegar me llevaron a una habitación en la cual me asignaron una cama y me ordenaron desnudarme del todo. Y ahí empezó lo malo...
En lugar de un pijama me proporcionaron un camisón el cual una vez puesto me hacía una pinta de maricón que no veas. No me lo puse del todo bien por lo que parte de mis encantos traseros quedaron a la vista, y sino quedaron totalmente a la vista fue gracias a que des obedeciendo a la enfermera me quedé con el calzoncillo puesto, una por pudor y otra porque era el más nuevo que tenía. Uno de esos muy ajustados que a esa hora de la mañana aun lucía un blanco inmaculado.
Una vez cambiado y acostado sobre la cama apareció otra enfermera con una maquinilla de afeitar para dejarme la pierna totalmente rasurada. Pero antes de hacerlo me ordenó quitarme también el calzoncillo.
Y ya os podéis imaginar mi postura y el trance... con las piernas abiertas cuan puta ante el cliente o si lo preferís, como una parturienta totalmente abierta en el momento que la criatura asoma la cabeza. La tía me rasuró la pierna con mis encantos delanteros a la vista de ella, de mi esposa y de la señora que acompañaba a mi compañero de habitación. Y como antes he dicho, yo tengo cara... pero tanta, tanta, no, así que mi rostro se puso colorado. Esta coloración no afectó a mis partes que conservaron su color natural.
La segunda decepción vino pocos minutos después, cuando sirvieron los desayunos y a mí no me lo dieron. Y a un servidor que acostumbra a desayunar como un rey me sentó como una patada en los cojones, los cuales en ese momento escondía bajo las sábanas, arrugatios como dos avellanitas que le ponen a la Nocilla temeroso por lo que me venía encima.
Resignado a no poder desayunar hice de tripas corazón y me quedé dormido.
A eso de las 11:30 a.m., mi amigo el celador me despertó y me llevó al temido quirófano, y menos mal que me llevó en la cama, pues yo temía que me hiciesen ir andando y mostrando mi culo por medio hospital.
Antes de entrar en quirófano mi señora se me acercó, me besó y me tranquilizó diciéndome que todo saldría bien,
Y yo para tranquilizarla también a ella me dejé besar y antes de entrar le dije en un perfecto castellano: "tranqui churry que de esta salgo ya tengo pensado que una vez anestesiado, si en algún momento veo esa famosa luz del tunel, escapo corriendo en sentido contrario".
Lo cual me llevó a pensar en que si estoy cojo de las dos piernas, a ver cómo carallo me las apaño.
CAPITULO 2: EL OPERATORIO U OPERACION
Nada más entrar en quirófano y ver a todos los médicos con el típico atuendo y todos esos aparatos que hay me entraron ganas de ir al baño. Quise pedir un inciso para ir a él, pero desistí de ello cuando los verdes ojos de una enfermera me tranquilizaron al decirme muy segura que sería poco tiempo y que todo saldría bien.
Sucumbí ante sus palabras y sus hermosos ojos y me hice el valiente, y para quedar como tal les dije a todos que mientras ellos me operaban yo echaría una cabezadita y que me despertasen cuando acabasen.
Me conectaron a una máquina con una cosa que me pusieron en un dedo, también me pusieron una vía y suero, así como una de esas gomitas de oxígeno que se meten por la nariz. También me pusieron unos parches con cables por todo el pecho y una de las maquinitas comenzó a emitir un "pi, pi, pi, y así sucesivamente hasta que me los quitaron.
En ese momento mi instinto de supervivencia se activó y supe que mientras hiciese "pi, pi, pi, ininterrumpidamente todo iría bien. Después de ver tantas series de médicos sé que lo malo viene cuando la maquinita de marras hace "piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii" de forma permanente y no intermitentemente..
Busqué con la mirada el desfibrilador de marras y sin tiempo de llegar a verlo el anestesista (madre que lo parió) me hizo incorporarme para pincharme en la espalda y ponerme la epidural, lo cual tuvo que hacer dos veces, de ahí que me acuerde de su madre.
Me colocaron como una media parturienta, y digo media porque la pierna a operar me la pusieron en alto mientras la otra quedó colgando.
Y otra vez me quedé con mis encantos delanteros a la vista de todos y todas los que allí estaban.
Y así quedó la cosa hasta que una hora más tarde el cirujano me comunicó que ya habían acabado y que tenía el menisco más destrozado de lo esperado y que me lo habían quitado por completo.
CAPITULO 3: EL POST-OPERATORIO
Acabada la operación me pasaron a una sala que llaman de despertar, en la cual paradojicamente entre despierto y me quedé dormido calculo que un par de horas.
A mis lados escuchaba a otros enfermos. Algunos vomitaban, otros decían gilipolleces y otros "ay, ay, ay". Y me consta por el tono, que esos "ays" no eran de flamenco precisamente, eso lo supe inmediatamente.
Luego vino una enfermera que se interesó por saber como me encontraba, a lo que le respondí que muy hambriento.
Al poco tiempo me subieron a la planta y me llevé una enorme desilusión al ver que los platos de mis compañeros de cuarto estaban vacíos... y me entró una mala hostia que no os podéis imaginar, aunque nada comparado con lo que vendría después.
Poco después entró una enfermera y me conectó un calmante, yo le dije que más que el dolor lo que en realidad necesitaba era calmar mi hambre y ésta me respondió que ya habían servido las comidas y que debería esperar a la hora de la merienda.
Le rogué y le supliqué por me trajese un bocadillo de chorizo, a lo que ella me preguntó que si me valía con uno de jamón serrano. Como si es de Nocilla le respondí, y pobre de mí que la susodicha enfermera se estaba cachondeando de mí.
Tres veces pedí de comer y a punto estuve de recurrir al soborno, pero nada de nada, y eso que en un acto de desesperación le pedí aunque sólo fuese una chocolatina que venden en las máquinas que hay por allí. Y hostias en vinagre fue lo único que comí... hasta la hora de la merienda.
Yo esperaba me trajesen al menos un bocata y cual sería mi desilusión cuando ésta se limitó a un simple café con leche, y para eso uno de sobre que si sabía a café era por el azúcar únicamente.
Eso sí, a la hora de cenar me trajeron un pescado frito con unas sosas patatas cocidas que me supieron a gloria.
Hasta las 6 de la madrugada dormí como un lirón despertándome a esa hora con un fuerte dolor en la rodilla que ni el calmante que me dieron me alivió. Aguanté el dolor hasta las 9:30 a.m. que llegó el cirujano y me pincho en la rodilla de la cual extrajo dos jeringas de las gordas de sangre... y como por arte de magia el dolor desapareció.
A las 11:00 a.m. me dieron el alta y abandoné el hospital despeinado y sin siquiera lavarme la cara.
CAPITULO 4: 4 DIAS DESPUES DE LA OPERACIÓN
A las 10:30 de la mañana me levanté de cama con unas ganas terribles ganas de mear. Medio arrastro, medio andando me acerqué al baño y he ahí que cuando estaba de pie y meando se me trabó la pierna y sentí un dolor insufrible en la misma.
Rápidamente se presentó mi hijo en el baño alarmado por mis gritos y me pilló berreando como un becerro en el matadero, con una mano apoyado en la pared y la otra agarrando el pito.
Cara de desconcierto en él que no sabía que hacer y tampoco de cual de las tres piernas me quejaba.
Con la voz entrecortada le pedí una silla porque me dolía la rodilla. Más aturdido se quedó cuando entre gritos de dolor le pedí que me trajese una bolsa de guisantes del conjelador. Y casi le meto una hostia cuando tras pedirle que me los trajese me contesta el muy paspán que no eran horas para comer y que mamá ya había hecho un guiso que él calentaría más tarde.
¡SON PARA LA RODILLA HOSTIA!, y ahí se le puso tal cara de gilipollas que si no fuese por el dolor y porque me urgían más los guisantes, también le hubiese pedido la cámara de fotos para sacarle una a su apampanado rostro.
El dolor se prolongó todo el día y fue tan intenso que estuve a punto de pedir una ambulancia.
Durante el mismo derretí una bolsa de guisantes, una de espinacas al ajillo, dos de palitos de cangrejo y un par de cubiteras de hielo.
Y eso fue todo hasta la fecha, en la que aun tengo molestias y dolor al mínimo esfuerzo .
EPILOGO: 2 MESES Y 8 DIAS MAS TARDE,.. LA PASADA NOCHE PRECISAMENTE.
A la 1:30 de la madrugada me levanté de cama para beber un poco de agua, Me encontraba a 50 ó 60 cm. de la puerta de la cocina cuando, y no me preguntes cómo acabé de narices en el suelo.
A las narices no les pasó directamente nada, aunque sí sufrió daños colaterales que comentaré un par de párrafos más más abajo. Pero me dí un hostión en toda regla en la rodilla operada la cual me quedó hinchada como un melón, y morada como una alcachofa (perdón si me equivoco en el color de fruta, pues a estas horas de la madrugada no podría asegurar si las alcachofas son verdes o moradas).
También me jodí el dedo índice de la mano izquierda el cual tengo ahora entablillado y vendado. (E ahí los daños colaterales en la nariz, pues es con este con el que suelo hurgarmela para ya sabéis que).
¡Madre mía vaya hostión y Dios mio que dolor!.
Reptando como una culebra y citando a todos los santos y ángeles celestiales llegué hasta el sofá en donde me tiré y le puse más hielo que el que se consume en un macrobotellón.
A las 4:00 de la madrugada iba camino del hospital en una ambulancia. Y que chasco por cierto, pues me hubiese hecho ilusión que me llevasen a toda mecha y con la sirena encendida para que se enterase todo Sigüeiro.
Le pedí al conductor que la pusiese y este se negó dada la hora que era. Una desilusión para mí pues me hubiese gustado que se enterase todo el pueblo y se apiadasen de mi.
Afortunadamente no me pasó nada en la rodilla mas que el susodicho hinchazón y moratón. En el dedo sí, me dijeron que una distensión o algo así, poca cosa según el doctor que me atendió, aunque ya me advirtió que sería incómoda y dolorosa.
Y sí, es bastante dolorosa porque se extiende por toda la mano, e incómoda, muy incómoda, pues a pesar de ser diestro, como antes he dicho este dedo lo suelo utilizar para hurgarme la nariz, y en este momento tengo en ella un moco que me toca los cojones y que no doy quitado con la diestra.
Quiero aclarar a este respecto que el ni yo soy tan bajo ni el moco tan largo y que los cojones no me llegan tan alto , y que al decir que me toca los cojones es simplemente por que es molesto y no porque me vaya colgando hasta la cintura. No señor, el moco lo llevo muy adentro de la nariz y me molesta la falta de experiencia para extraerlo con la diestra.
Y para finalizar y como diría mi abuela, éramos pocos y parío la abuela, (valga la redundancia pero sé que al decirlo se refería a la suya, porque a mis cerca de 51 tacos, veo prácticamente imposible que me vayan a hacer tataratataratataranieto. Y menos si todas ellas fueron icineradas).
Lo que quiero decir con lo del parto de la abuela es que nada más cruzar la puerta del hospital en una silla de ruedas. Pero justo, justo a las puertas de urgencias, un puto bordillo de la acera hizo que de nuevo acabase de bruces en la tierra, es decir, dos hostiazos en dos horas y media.
Quise volver para dentro, pero me palpé del todo y viendo que no había dolores nuevos, opté por venirme para casa ya que pensé que si el turno de guardia se había reído bastante cuando les conté lo de la nariz y el dedo, si les vuelvo 1 minuto más tarde diciendo que me había caído de nuevo y esta vez de la silla de ruedas, aquello iba a ser un autentico cachondeo.
FINAL DEL CUENTO
No quisiera finalizar esta entrada sin dar mi enhorabuena a las administracciones públicas por su magnífico y eficiente funcionamiento, pues sí antes de curarme me dieron el alta para trabajar, ahora que prácticamente estoy curado pues según el cirujano que me ha operado con 1 mes de rehabilitación estaré como nuevo, esos lumbreras quieren concederme la invalidez provisional.
Es sí, si no me caigo de nuevo y me parto la crisma, porque en este último año y medio contabilizo más caídas que goles llevan Messi y Ronaldo juntos en las dos últimas temporadas en todas las competiciones.
Y ya que toco el tema futbolero, con la marcha del Atl. de Madrid y los últimos tropiezos del Celtiña, la depresión acecha de nuevo, aunque haber echado un polvo hace 20 días de momento me sirve de consuelo.
Ahora sí que sí: COLORIN COLORADO, ESTA ENTRADA SE HA ACABADO... PERO VOLVERE Y RESURGIRE COMO EL GATO FELIX.
Para ello voy a dividir ésta entrada en cuatro capítulos como si de cuadrilátero equilátero se tratase, más epílogo final. Estos capítulos los llamaré: el pre-operatorio, el operatorio, el post-operatorio, epilogo y lo que viene después.
Y sin más dilación empezaré por el primero a partir de ya.
Ya.
CAPITULO 1: EL PRE-OPERATORIO.
El día 20 de enero me presenté con mi esposa y en ayunas ante la puerta del hospital. Aprovechándome de la escasa visivilidad por lo temprano de la hora y valiéndome de la picaresca española, moví un par de metros el cono que delimitaba la zona de estacionamiento, con lo que mi coche quedó justo, justo a las puertas del hospital. Hay que tener mucha cara para esto y esta es mi especialidad, aparte de otras que ahora no vienen a cuento.
Hecha esta jugarreta me dirigí nervioso hacia la planta de traumatología, a la cual llegué con una puntualidad inglesa, y nada más llegar me tranquilizó ver que el celador de esa planta era un viejo amigo al que hacía tiempo que no veía. La presencia de éste me hizo saber que estaba en buenas manos y que todo saldría a la perfección.
¡Y que equivocado estaba!.
Nada más llegar me llevaron a una habitación en la cual me asignaron una cama y me ordenaron desnudarme del todo. Y ahí empezó lo malo...
En lugar de un pijama me proporcionaron un camisón el cual una vez puesto me hacía una pinta de maricón que no veas. No me lo puse del todo bien por lo que parte de mis encantos traseros quedaron a la vista, y sino quedaron totalmente a la vista fue gracias a que des obedeciendo a la enfermera me quedé con el calzoncillo puesto, una por pudor y otra porque era el más nuevo que tenía. Uno de esos muy ajustados que a esa hora de la mañana aun lucía un blanco inmaculado.
Una vez cambiado y acostado sobre la cama apareció otra enfermera con una maquinilla de afeitar para dejarme la pierna totalmente rasurada. Pero antes de hacerlo me ordenó quitarme también el calzoncillo.
Y ya os podéis imaginar mi postura y el trance... con las piernas abiertas cuan puta ante el cliente o si lo preferís, como una parturienta totalmente abierta en el momento que la criatura asoma la cabeza. La tía me rasuró la pierna con mis encantos delanteros a la vista de ella, de mi esposa y de la señora que acompañaba a mi compañero de habitación. Y como antes he dicho, yo tengo cara... pero tanta, tanta, no, así que mi rostro se puso colorado. Esta coloración no afectó a mis partes que conservaron su color natural.
La segunda decepción vino pocos minutos después, cuando sirvieron los desayunos y a mí no me lo dieron. Y a un servidor que acostumbra a desayunar como un rey me sentó como una patada en los cojones, los cuales en ese momento escondía bajo las sábanas, arrugatios como dos avellanitas que le ponen a la Nocilla temeroso por lo que me venía encima.
Resignado a no poder desayunar hice de tripas corazón y me quedé dormido.
A eso de las 11:30 a.m., mi amigo el celador me despertó y me llevó al temido quirófano, y menos mal que me llevó en la cama, pues yo temía que me hiciesen ir andando y mostrando mi culo por medio hospital.
Antes de entrar en quirófano mi señora se me acercó, me besó y me tranquilizó diciéndome que todo saldría bien,
Y yo para tranquilizarla también a ella me dejé besar y antes de entrar le dije en un perfecto castellano: "tranqui churry que de esta salgo ya tengo pensado que una vez anestesiado, si en algún momento veo esa famosa luz del tunel, escapo corriendo en sentido contrario".
Lo cual me llevó a pensar en que si estoy cojo de las dos piernas, a ver cómo carallo me las apaño.
CAPITULO 2: EL OPERATORIO U OPERACION
Nada más entrar en quirófano y ver a todos los médicos con el típico atuendo y todos esos aparatos que hay me entraron ganas de ir al baño. Quise pedir un inciso para ir a él, pero desistí de ello cuando los verdes ojos de una enfermera me tranquilizaron al decirme muy segura que sería poco tiempo y que todo saldría bien.
Sucumbí ante sus palabras y sus hermosos ojos y me hice el valiente, y para quedar como tal les dije a todos que mientras ellos me operaban yo echaría una cabezadita y que me despertasen cuando acabasen.
Me conectaron a una máquina con una cosa que me pusieron en un dedo, también me pusieron una vía y suero, así como una de esas gomitas de oxígeno que se meten por la nariz. También me pusieron unos parches con cables por todo el pecho y una de las maquinitas comenzó a emitir un "pi, pi, pi, y así sucesivamente hasta que me los quitaron.
En ese momento mi instinto de supervivencia se activó y supe que mientras hiciese "pi, pi, pi, ininterrumpidamente todo iría bien. Después de ver tantas series de médicos sé que lo malo viene cuando la maquinita de marras hace "piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii" de forma permanente y no intermitentemente..
Busqué con la mirada el desfibrilador de marras y sin tiempo de llegar a verlo el anestesista (madre que lo parió) me hizo incorporarme para pincharme en la espalda y ponerme la epidural, lo cual tuvo que hacer dos veces, de ahí que me acuerde de su madre.
Me colocaron como una media parturienta, y digo media porque la pierna a operar me la pusieron en alto mientras la otra quedó colgando.
Y otra vez me quedé con mis encantos delanteros a la vista de todos y todas los que allí estaban.
Y así quedó la cosa hasta que una hora más tarde el cirujano me comunicó que ya habían acabado y que tenía el menisco más destrozado de lo esperado y que me lo habían quitado por completo.
CAPITULO 3: EL POST-OPERATORIO
Acabada la operación me pasaron a una sala que llaman de despertar, en la cual paradojicamente entre despierto y me quedé dormido calculo que un par de horas.
A mis lados escuchaba a otros enfermos. Algunos vomitaban, otros decían gilipolleces y otros "ay, ay, ay". Y me consta por el tono, que esos "ays" no eran de flamenco precisamente, eso lo supe inmediatamente.
Luego vino una enfermera que se interesó por saber como me encontraba, a lo que le respondí que muy hambriento.
Al poco tiempo me subieron a la planta y me llevé una enorme desilusión al ver que los platos de mis compañeros de cuarto estaban vacíos... y me entró una mala hostia que no os podéis imaginar, aunque nada comparado con lo que vendría después.
Poco después entró una enfermera y me conectó un calmante, yo le dije que más que el dolor lo que en realidad necesitaba era calmar mi hambre y ésta me respondió que ya habían servido las comidas y que debería esperar a la hora de la merienda.
Le rogué y le supliqué por me trajese un bocadillo de chorizo, a lo que ella me preguntó que si me valía con uno de jamón serrano. Como si es de Nocilla le respondí, y pobre de mí que la susodicha enfermera se estaba cachondeando de mí.
Tres veces pedí de comer y a punto estuve de recurrir al soborno, pero nada de nada, y eso que en un acto de desesperación le pedí aunque sólo fuese una chocolatina que venden en las máquinas que hay por allí. Y hostias en vinagre fue lo único que comí... hasta la hora de la merienda.
Yo esperaba me trajesen al menos un bocata y cual sería mi desilusión cuando ésta se limitó a un simple café con leche, y para eso uno de sobre que si sabía a café era por el azúcar únicamente.
Eso sí, a la hora de cenar me trajeron un pescado frito con unas sosas patatas cocidas que me supieron a gloria.
Hasta las 6 de la madrugada dormí como un lirón despertándome a esa hora con un fuerte dolor en la rodilla que ni el calmante que me dieron me alivió. Aguanté el dolor hasta las 9:30 a.m. que llegó el cirujano y me pincho en la rodilla de la cual extrajo dos jeringas de las gordas de sangre... y como por arte de magia el dolor desapareció.
A las 11:00 a.m. me dieron el alta y abandoné el hospital despeinado y sin siquiera lavarme la cara.
CAPITULO 4: 4 DIAS DESPUES DE LA OPERACIÓN
A las 10:30 de la mañana me levanté de cama con unas ganas terribles ganas de mear. Medio arrastro, medio andando me acerqué al baño y he ahí que cuando estaba de pie y meando se me trabó la pierna y sentí un dolor insufrible en la misma.
Rápidamente se presentó mi hijo en el baño alarmado por mis gritos y me pilló berreando como un becerro en el matadero, con una mano apoyado en la pared y la otra agarrando el pito.
Cara de desconcierto en él que no sabía que hacer y tampoco de cual de las tres piernas me quejaba.
Con la voz entrecortada le pedí una silla porque me dolía la rodilla. Más aturdido se quedó cuando entre gritos de dolor le pedí que me trajese una bolsa de guisantes del conjelador. Y casi le meto una hostia cuando tras pedirle que me los trajese me contesta el muy paspán que no eran horas para comer y que mamá ya había hecho un guiso que él calentaría más tarde.
¡SON PARA LA RODILLA HOSTIA!, y ahí se le puso tal cara de gilipollas que si no fuese por el dolor y porque me urgían más los guisantes, también le hubiese pedido la cámara de fotos para sacarle una a su apampanado rostro.
El dolor se prolongó todo el día y fue tan intenso que estuve a punto de pedir una ambulancia.
Durante el mismo derretí una bolsa de guisantes, una de espinacas al ajillo, dos de palitos de cangrejo y un par de cubiteras de hielo.
Y eso fue todo hasta la fecha, en la que aun tengo molestias y dolor al mínimo esfuerzo .
EPILOGO: 2 MESES Y 8 DIAS MAS TARDE,.. LA PASADA NOCHE PRECISAMENTE.
A la 1:30 de la madrugada me levanté de cama para beber un poco de agua, Me encontraba a 50 ó 60 cm. de la puerta de la cocina cuando, y no me preguntes cómo acabé de narices en el suelo.
A las narices no les pasó directamente nada, aunque sí sufrió daños colaterales que comentaré un par de párrafos más más abajo. Pero me dí un hostión en toda regla en la rodilla operada la cual me quedó hinchada como un melón, y morada como una alcachofa (perdón si me equivoco en el color de fruta, pues a estas horas de la madrugada no podría asegurar si las alcachofas son verdes o moradas).
También me jodí el dedo índice de la mano izquierda el cual tengo ahora entablillado y vendado. (E ahí los daños colaterales en la nariz, pues es con este con el que suelo hurgarmela para ya sabéis que).
¡Madre mía vaya hostión y Dios mio que dolor!.
Reptando como una culebra y citando a todos los santos y ángeles celestiales llegué hasta el sofá en donde me tiré y le puse más hielo que el que se consume en un macrobotellón.
A las 4:00 de la madrugada iba camino del hospital en una ambulancia. Y que chasco por cierto, pues me hubiese hecho ilusión que me llevasen a toda mecha y con la sirena encendida para que se enterase todo Sigüeiro.
Le pedí al conductor que la pusiese y este se negó dada la hora que era. Una desilusión para mí pues me hubiese gustado que se enterase todo el pueblo y se apiadasen de mi.
Afortunadamente no me pasó nada en la rodilla mas que el susodicho hinchazón y moratón. En el dedo sí, me dijeron que una distensión o algo así, poca cosa según el doctor que me atendió, aunque ya me advirtió que sería incómoda y dolorosa.
Y sí, es bastante dolorosa porque se extiende por toda la mano, e incómoda, muy incómoda, pues a pesar de ser diestro, como antes he dicho este dedo lo suelo utilizar para hurgarme la nariz, y en este momento tengo en ella un moco que me toca los cojones y que no doy quitado con la diestra.
Quiero aclarar a este respecto que el ni yo soy tan bajo ni el moco tan largo y que los cojones no me llegan tan alto , y que al decir que me toca los cojones es simplemente por que es molesto y no porque me vaya colgando hasta la cintura. No señor, el moco lo llevo muy adentro de la nariz y me molesta la falta de experiencia para extraerlo con la diestra.
Y para finalizar y como diría mi abuela, éramos pocos y parío la abuela, (valga la redundancia pero sé que al decirlo se refería a la suya, porque a mis cerca de 51 tacos, veo prácticamente imposible que me vayan a hacer tataratataratataranieto. Y menos si todas ellas fueron icineradas).
Lo que quiero decir con lo del parto de la abuela es que nada más cruzar la puerta del hospital en una silla de ruedas. Pero justo, justo a las puertas de urgencias, un puto bordillo de la acera hizo que de nuevo acabase de bruces en la tierra, es decir, dos hostiazos en dos horas y media.
Quise volver para dentro, pero me palpé del todo y viendo que no había dolores nuevos, opté por venirme para casa ya que pensé que si el turno de guardia se había reído bastante cuando les conté lo de la nariz y el dedo, si les vuelvo 1 minuto más tarde diciendo que me había caído de nuevo y esta vez de la silla de ruedas, aquello iba a ser un autentico cachondeo.
FINAL DEL CUENTO
No quisiera finalizar esta entrada sin dar mi enhorabuena a las administracciones públicas por su magnífico y eficiente funcionamiento, pues sí antes de curarme me dieron el alta para trabajar, ahora que prácticamente estoy curado pues según el cirujano que me ha operado con 1 mes de rehabilitación estaré como nuevo, esos lumbreras quieren concederme la invalidez provisional.
Es sí, si no me caigo de nuevo y me parto la crisma, porque en este último año y medio contabilizo más caídas que goles llevan Messi y Ronaldo juntos en las dos últimas temporadas en todas las competiciones.
Y ya que toco el tema futbolero, con la marcha del Atl. de Madrid y los últimos tropiezos del Celtiña, la depresión acecha de nuevo, aunque haber echado un polvo hace 20 días de momento me sirve de consuelo.
Ahora sí que sí: COLORIN COLORADO, ESTA ENTRADA SE HA ACABADO... PERO VOLVERE Y RESURGIRE COMO EL GATO FELIX.
4 han comentado:
Por lo que usted cuenta, amigo Manolo, lo de utilizar apoyos adicionales para la marcha no va con usted. Tal vez el bastón del abuelo hubiese evitado alguno de los percances acaecidos. Sin animo de ser repelente :)
Un abrazo, Manolo
Manolo como me alegro de leerte y no porque hallas perdido un menisco, más que nada porque te habrán puesto uno nuevo a estrenar, aunque con los recortes sanitarios, igual es uno reciclado.
Como dice Fermín, si hay que hacer una colecta para un bastón se hace, aunque creo que esa no es la solución pues lo más adecuado es mandarte al oculista para que te ajuste un poco lo de la vista y no tengas más tropezones que al final el ayuntamiento te va a tener que indemnizar y no están las arcas para gastar.
Veo en el lector que tienes más post, ahora marcho a trabajar con una alegría añadida, nuestro Manolo está vivo y coleando a pesar de hacer el Full Monty a todas las enfermeras.
Seguiremos como siempre cerca de aquí, pero haga usted el favor de ponerse de nuevo los calzoncillos.
Un abrazo Manolo y ya veras que contenta se pone también la mujer cuando le cuente que regresó con fuerza y buen humor Manolo el gallego.
Me alegra saber que la operación fue un éxito (terminado en o)... ya sé que he tardado un poco pero era por mantener el suspense.
Te dejo un beso, Manolo.
Pues yo me alegro de que echaras un polvo 20 días antes de publicar esta entrada :P
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