lunes, 5 de marzo de 2012

Carteando con Mangines (cristianos recuerdos)

Dice un dicho castizo: "Dentro de la misma Iglesia tenemos el desengaño: por interés del dinero hacen a un moro cristiano".

Querido amigo Mauro, dos puntos..
Me voy a ahorrar el comienzo reglamentario dando por hecho que tanto usted como los suyos están tan bien como yo y los míos, lo cual de no ser así, yo sí se lo deseo y con eso queda todo dicho.
Recién acabo de leer tu carta y lo primero que debo hacer y merced a la educación que a base de escobazos y hostiazos me inculcaron, es agradecerte primero la respuesta y después la propaganda, hecho lo cual ya está hecho y por lo tanto paso a contarte lo que tenga a bien contarte sobre la Cuaresma y la Semana Santa, fiestas que por cristiana devoción familiar tuve que cumplir sin rechistar.
Debo decir que a servidor pese a ser creyente antiguamente, nunca le gustaron las iglesias, pese a lo cual y sabiendo del poder del Clero, probé a ser catequista durante un tiempo lo cual fue un desastre para la extensión de la palabra de Dios y de la Iglesia, tal como en antigua entrada de este humilde blog cuento y de la cual el título no recuerdo y por lo tanto no puedo enlazarla.
Aprovecho también, aunque haya pasado mucho tiempo de aquello y ya que nunca lo hice hasta ahora, mi agradecimiento al cura de la parroquia por confiar la palabra de Dios en mi persona y pedirle perdón por defraudarle, aunque él también tuvo su parte de culpa pues antes de otorgarme tan importante cargo, pienso que debió examinarme.
Te comento que por aquellos tiempos era yo bien criado y educado junto con mi hermano por parte de nuestros abuelos paternos, puesto que nuestros amados padres habían ido a ganarse los garbanzos a la Suiza, en la que 1 franco era igual a 14 pesetas, como bien dice una película y también sabían mis padres y abuelos.
Quiero decir con ello que en tradiciones cristianas fuimos educados a la más antigua usanza, por culpa de la cual y del rosario que mi abuela y la vecina rezaban a diario, perdime más de un capítulo de Bonanza.
La educación religiosa que mis queridos y difuntos abuelos tuvieron a bien querer inculcarnos por ser ellos hombre y mujer de profunda fe, era tan férrea que antes de acostarnos, tanto mi hermano como yo, que compartíamos cama, lecho y el mismo respeto a esa cristiana obligación de rezar una oración antes de meternos en cama, siendo esta y a la par y cada uno desde su lado, el: "Jesusito de mi vida, que eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón, tómalo, tómalo, tuyo es y mio no...", a la cual diría hoy: ¡y una mierda!.
Primero: Jesusito saltó a la fama a los 33 años, por lo tanto, en lugar de ser Jesusito debería ser Cristo, Jesús, o Suso para los amigos.
"Eres niño como yo"... yo si era un niño, él no y al anterior párrafo me repito.
"te doy mi corazón, tómalo, tómalo, tuyo es y mío no"... un inocente niño que da su corazón a un adulto... ¡los cojones!... ya lo daré si una vez difunto el menda le puede servir a cualquiera, se ponga como se ponga Monseñor Rouco Varela.
Esta oración se convirtió en un ritual del mismo modo que domingo tras domingo y después de la misa de 12, nuestros abuelos nos sometían al mismo interrogatorio:
"¿de qué color llevaba el cura la estola?"... (o como carallo se llame ese poncho que se ponen para decir misa); "¿de qué trató el sermón?" y de quién a quién era la carta que entre santos se escribieron en sus tiempos y los curas leen en voz alta en los nuestros. ¡Que indiscreción!, que poca vergüenza...
Y así domingo tras domingo, en cuanto sonaba la primera campanada, mi hermano y yo firmes frente a mi abuela para que nos peinase la raya bien recta, comenzábamos a recibir las pertinentes amenazas de la que nos vendría encima si nos "fumábamos la santa misa".
A la segunda campanada y cuan recio desfile encabezado por mi abuela en plan sargento fusilero, ambos los dos detrás, duchaditos, con la ropa de los domingos y la raya bien peinada, salíamos de nuestra casa para ir a la de Dios, que dicen también es la nuestra cosa que yo ni creo ni nunca he creído... (si también fuese la mía no le hubiesen reclamado a mi abuela que pagase los cristales de la ventana que de en más de una accidentada pedrada habíamos hecho añicos tanto mi hermano como yo).
A la tercera campanada mi abuela nos abandonaba a las puertas de la casa de Dios, asegurándose bien de que las cruzásemos de fuera para dentro, haciendo guardia fuera sabiendo como sabía que en cuanto ella diese media vuelta, mi hermano y yo volveríamos a salir por donde habíamos entrado. Hecho que de hecho se producía minuto más, minuto menos, pues si algo teníamos claro es que mi abuela a esa hora tenía que volver a la cocina, pues igual que esta tradición religiosa se cumplía a rajatabla, se cumplía de la misma forma la puntualidad a la hora de sentarnos a la mesa los domingos, siendo ésta a las 2 o'clock en punto de la tarde para así tener tiempo mi abuelo de echar la siesta antes de poner el Carrusel Deportivo.
Teníamos tiempo a ver el color de la prenda que vestía el cura según la ocasión, variando esta de color tal y como sabrán los que a misa van, que el color lo cambian también por ritual. De esto nos dimos cuenta mi hermano y yo cuando una vez nos lo preguntaron respondiendo ambos que verde, pues así era como casi siempre solía ser. Y nos cayó una hostia a ambos los dos pues no sé por qué coño de razón y según la tradición, cambiaban el verde por el morado. Una hostia además bien plantada y a cada uno en su correspondiente cara. Ese domingo mi abuela nos dio de comulgar a ambos pasándose por la peineta la santa tradición de no recibir la hostia sin haberse confesado antes.
En cuanto a lo del sermón lo arreglábamos con un "un sermón de D. Víctor para decirnos que fuésemos buenos"... y éste fue colando durante un tiempo.
Lo de la carta lo arreglábamos con una fingida discusión entre mi hermano y yo en la que uno decía que era de San Pablo a los Corintios y el otro le discutía que si era de San Pedro a Los Vikingos, por poner un ejemplo.
Ya siendo un poco mayorcito y cuando de mis huevos brotaban los primeros pelos, con mis abuelos resignados a que la religión de mi hermano fuese el F.C. Barcelona y la mía los Rolling Stones, me tocó mi último profesor en la escuela, uno que también por tradición todos los días a las 12:00 o'clock en punto del mediodía, fuese ciencias, fuese lengua o matemáticas, matemáticamente paraba la clase y nos hacía rezar el Ángelus, cosa que quien más quien menos se tomaba a cachondeo, pero no así D. Antonio del Real (¡Viva Dios, la Patria y Franco), pues al que pillase haciendo gracias o riendo en tan serio momento, una vez acabada la oración y a base de hostias, que es como desde siempre se impartió la religión, le ponía la cara y el culo tan morado como la prenda aquella de los cojones que a mi hermano y a mi nos costó dos sendas hostias por confundir con el verde de casi siempre.
Y esa es otra amigo Mauro. Otra de las cosas que podemos recordar en próximas cartas, aquellos tiempos de colegio, nuestros colegios, o los colegios de nuestros tiempos, alguno en el cual entraba desfilando y cantando aquello de "prietas las filas, recias marciales"... y otros cánticos que a muchos profesores les sonaban a coros celestiales.
De todo había y de ello hablaremos en una próxima carta.
Ahora me despido a mi manera, con un hasta ahora simplemente, pues sé que por aquí o por el feisbuk y me repito a mi anterior carta o escrito en la que como he dicho, voy a mear y te tengo detrás... o viceversa.



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P.D. A mi amigo Fermín: ¿tú y yo de cofrades y con un estandarte a cuestas?... eso lo saca el Matías Prats en la tele, jajaja.

5 han comentado:

fermin dijo...

Casulla, Manolo, lo que cambia de color es la casulla. Pobre de mi si acertaba con el color cuando mi viejo no podía ir a misa por trabajar. se sabia de memoria el color de cada domingo del año...
Tampoco íbamos a desentonar tanto, con el estandarte, con referencia a los habituales después de haberse bebido la primera botella de fino.

fermin dijo...

Si no acertaba con el color, a estas horas, o se me amontonan, o me faltan las letras.

Jose Antonio dijo...

Me pongo con un artículo dedicado a estos dos buenos amigos, espero que en media hora esté listo.

Un abrazo genio.

Mauro Navarro Ginés dijo...

Coño Manolo, te dije que escribieras de la Semana Santa y te has ido a los fervores religiosos que por entonces te invadían. Deduzco que por tus tierras no seran muy celebradas estas fiestas con santos de escayola y vírgenes de madera. De cualquier manera disfruté sobremanera con el relato y emplazado quedo para la próxima.

Abela dijo...

Me he reido un buen rato...buen ojo tiene Senovilla. Saludos