Demasiado joven para morir, demasiado viejo para el Rock and Roll
Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, querid@s amig@s, etc. etc. y etc.. Hoy he acudido a revisión al psiquiatra y he salido de allí más deprimido de lo que había entrado.
Expuestas mis quejas y dolencias al mismo, me dijo y no lo quito razón, que no me daría ni me aumentaría el tratamiento puesto que lo único que conseguiría sería andar atontado todo el día (más todavía) y que mi problema no se soluciona con pastillas, que la única solución que tengo para el mismo y dado que es de índole laboral es dejar que las cosas sigan su curso y esperar a lo que de las denuncias interpuestas por mi resulte. Me instó a que siga recabando todas las pruebas posibles para tramitar una denuncia por acoso laboral tal y como el abogado del sindicato y en la Asociación Contra el Acoso Laboral me dijeron. También me dijo que cuando no aguantase más pidiese la baja en el médico de cabecera.
Pero de todo lo dicho por el psiquiatra me quedo con dos cosas que me dejan descolocado. La primera de ellas fue cuando me dijo que todavía era muy joven para tener estos pensamientos tan negativos ante un futuro que cada vez veo más negro que los cojones de un burro.
A esto le respondí que efectivamente era joven, pero a mis 51 años y con todos los antecedentes que tengo por enfermedades y con la que está cayendo ¿quién carallo me da trabajo?.
Y me dio la razón, no porque me lo dijera, sino por sus gestos y movimientos de cabeza que asentían lo que yo le decía.
Salí de la consulta con la idea de que era demasiado joven para morir y demasiado viejo para el Rock and Roll, por lo tanto si lo sé no voy ya que en lugar de unas palabras que me ayudasen a afrontar con más ganas y optimismo esta situación, más bien consiguió que éstas hiciesen en mi todo lo contrario.
El caso es que casi toda la consulta la despachó diciendo que él no era ni "asesor laboral" ni "abogado", que la causa de mis problemas es el trabajo, su entorno y el trato que me dispensan, a lo cual yo le respondí que eso ya lo sabía yo, pero que esos problemas me causan estragos en mi salud y que por eso estaba allí.
Se ratificó a lo dicho en el primer párrafo y se negó a darme más medicación, diciendo para acabar que la solución al problema estaba de mi mano y que de una manera u otra debía romper con el causante de los mismos. A esto respondí que sí, que tarde o temprano lo resolvería, bien vía judicial o por la tremenda y que el abrecartas que tengo sobre mi mesa, cuya hoja de afilado filo mide exactamente 13 cm. (la acabo de medir) y que bien espetada y clavada es una solución más que tajante y que las consecuencias de clavársela al jefe por el mismo culo no pueden ser peores de las que estoy atravesando.
-No pienses en eso hombre- me dijo como si yo le dijese cualquier cosa.
-Pues sí que lo pienso, y de verdad que tengo que hacer un gran esfuerzo para no caer en la tentación-.
La consulta acabó dándome cita para dentro de 4 meses y deseándome toda la suerte del mundo.
Cierto es que el doctor se muestra preocupado por lo que me ocurre, ahora bien, deja mucho que desear de lo que uno se espera a tenor de lo que ve por la tele cuando alguien acude al psiquiatra.
Para empezar el mío no tiene diván en el que tumbarse y dar rienda suelta a sus problemas, para continuar no me puedo espallar mucho en las explicaciones y en mis problemas ya que hablando se pasa el tiempo y él parece tener siempre prisa por salir a la puerta y decir: que pase el siguiente.
Pero a pesar de todo lo dicho por mí en esta entrada sé que tiene toda la razón del mundo, que mis problemas tienen un origen y que debo romper de una puta vez con él, ahora bien ¿cómo carallo hago?, ¿y si son estos problemas los que acaban antes conmigo?...
En fin, aguantar, aguantar y aguantar, y no me queda otra salvo la de ir al sindicato y amenazarlos con el mismo abrecartas para que de una putísima vez espabilen mi asunto y confiar en que al jefe le de un soponcio al recibir la denuncia, que seguramente no arreglaremos en el acto de conciliación previo y por lo tanto tendré que ir a juicio, el cual esperaré con la paciencia obligada para cuando los temas de justicia y la lentitud de ésta precisan.
Eso sí, esperaré a que éste salga estando de baja, no por miedo al patrón, al cual no sólo no le tengo miedo sino que hasta le perdí todo el respeto que le tenía, pero ese juicio lo esperaré en el sofá rascándome los huevos y que sea él quien se rompa la cabeza por la mañana, por la tarde y por la noche. Eso sí, yo tendré la delicadeza que él no tuvo conmigo y de cuando en cuando lo llamaré por teléfono para preguntarle cómo va de la cabeza.
Porque señores, señoras y señoritas, si hay que esperar espero y si hay que aguantar aguanto, pero desde hoy lo haré con toda la jeta del mundo y que la cosa rompa por donde sea, a fin de cuentas estoy sobre poniendo el dinero y mis ya más de 37 años en la empresa a mi salud.
Y eso ya se acabó y los primeros en ver mi cabreado careto serán hoy por la tarde los del sindicato en donde pienso desquitarme y armarle un cristo de tres pares de cojones por haber presentado la denuncia hace tres meses y no haber tirado p'alante por estar los señoritos de vacaciones.
Ahora y por no rascar los huevos puesto que no me pican y dado que no tengo otra cosa más que hacer, me voy hacer unas cuantas sopas de letras y dentro de media hora a fumar un cigarro a la puerta, que más o menos es cuando llega el jefe y a ver si me sorprende.
Expuestas mis quejas y dolencias al mismo, me dijo y no lo quito razón, que no me daría ni me aumentaría el tratamiento puesto que lo único que conseguiría sería andar atontado todo el día (más todavía) y que mi problema no se soluciona con pastillas, que la única solución que tengo para el mismo y dado que es de índole laboral es dejar que las cosas sigan su curso y esperar a lo que de las denuncias interpuestas por mi resulte. Me instó a que siga recabando todas las pruebas posibles para tramitar una denuncia por acoso laboral tal y como el abogado del sindicato y en la Asociación Contra el Acoso Laboral me dijeron. También me dijo que cuando no aguantase más pidiese la baja en el médico de cabecera.
Pero de todo lo dicho por el psiquiatra me quedo con dos cosas que me dejan descolocado. La primera de ellas fue cuando me dijo que todavía era muy joven para tener estos pensamientos tan negativos ante un futuro que cada vez veo más negro que los cojones de un burro.
A esto le respondí que efectivamente era joven, pero a mis 51 años y con todos los antecedentes que tengo por enfermedades y con la que está cayendo ¿quién carallo me da trabajo?.
Y me dio la razón, no porque me lo dijera, sino por sus gestos y movimientos de cabeza que asentían lo que yo le decía.
Salí de la consulta con la idea de que era demasiado joven para morir y demasiado viejo para el Rock and Roll, por lo tanto si lo sé no voy ya que en lugar de unas palabras que me ayudasen a afrontar con más ganas y optimismo esta situación, más bien consiguió que éstas hiciesen en mi todo lo contrario.
El caso es que casi toda la consulta la despachó diciendo que él no era ni "asesor laboral" ni "abogado", que la causa de mis problemas es el trabajo, su entorno y el trato que me dispensan, a lo cual yo le respondí que eso ya lo sabía yo, pero que esos problemas me causan estragos en mi salud y que por eso estaba allí.
Se ratificó a lo dicho en el primer párrafo y se negó a darme más medicación, diciendo para acabar que la solución al problema estaba de mi mano y que de una manera u otra debía romper con el causante de los mismos. A esto respondí que sí, que tarde o temprano lo resolvería, bien vía judicial o por la tremenda y que el abrecartas que tengo sobre mi mesa, cuya hoja de afilado filo mide exactamente 13 cm. (la acabo de medir) y que bien espetada y clavada es una solución más que tajante y que las consecuencias de clavársela al jefe por el mismo culo no pueden ser peores de las que estoy atravesando.
-No pienses en eso hombre- me dijo como si yo le dijese cualquier cosa.
-Pues sí que lo pienso, y de verdad que tengo que hacer un gran esfuerzo para no caer en la tentación-.
La consulta acabó dándome cita para dentro de 4 meses y deseándome toda la suerte del mundo.
Cierto es que el doctor se muestra preocupado por lo que me ocurre, ahora bien, deja mucho que desear de lo que uno se espera a tenor de lo que ve por la tele cuando alguien acude al psiquiatra.
Para empezar el mío no tiene diván en el que tumbarse y dar rienda suelta a sus problemas, para continuar no me puedo espallar mucho en las explicaciones y en mis problemas ya que hablando se pasa el tiempo y él parece tener siempre prisa por salir a la puerta y decir: que pase el siguiente.
Pero a pesar de todo lo dicho por mí en esta entrada sé que tiene toda la razón del mundo, que mis problemas tienen un origen y que debo romper de una puta vez con él, ahora bien ¿cómo carallo hago?, ¿y si son estos problemas los que acaban antes conmigo?...
En fin, aguantar, aguantar y aguantar, y no me queda otra salvo la de ir al sindicato y amenazarlos con el mismo abrecartas para que de una putísima vez espabilen mi asunto y confiar en que al jefe le de un soponcio al recibir la denuncia, que seguramente no arreglaremos en el acto de conciliación previo y por lo tanto tendré que ir a juicio, el cual esperaré con la paciencia obligada para cuando los temas de justicia y la lentitud de ésta precisan.
Eso sí, esperaré a que éste salga estando de baja, no por miedo al patrón, al cual no sólo no le tengo miedo sino que hasta le perdí todo el respeto que le tenía, pero ese juicio lo esperaré en el sofá rascándome los huevos y que sea él quien se rompa la cabeza por la mañana, por la tarde y por la noche. Eso sí, yo tendré la delicadeza que él no tuvo conmigo y de cuando en cuando lo llamaré por teléfono para preguntarle cómo va de la cabeza.
Porque señores, señoras y señoritas, si hay que esperar espero y si hay que aguantar aguanto, pero desde hoy lo haré con toda la jeta del mundo y que la cosa rompa por donde sea, a fin de cuentas estoy sobre poniendo el dinero y mis ya más de 37 años en la empresa a mi salud.
Y eso ya se acabó y los primeros en ver mi cabreado careto serán hoy por la tarde los del sindicato en donde pienso desquitarme y armarle un cristo de tres pares de cojones por haber presentado la denuncia hace tres meses y no haber tirado p'alante por estar los señoritos de vacaciones.
Ahora y por no rascar los huevos puesto que no me pican y dado que no tengo otra cosa más que hacer, me voy hacer unas cuantas sopas de letras y dentro de media hora a fumar un cigarro a la puerta, que más o menos es cuando llega el jefe y a ver si me sorprende.
3 han comentado:
¿Cuanto te cobró?
Lucha Manolo, lucha aunque sea difícil, los médicos sólo pueden ayudar, pero salir se sale solo con dos pelotas y tú saldrás aunque te tengas que maldecir mil veces por tener unos sindicatos que no valen ni de papel higiénico.
Un abrazo.
De la Seg. Social Logio, de la Seg. Social... si fuese particular seguro que tendría diván.
Yo lucho Senovilla y con todas mis fuerzas aunque a veces me flaquean, parte por el propio desgaste de la lucha y en parte por el pasotismo y dejadez de mi sindicato.
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