120, 110, 120, ¡MAAAAMMMMBOOOOO!, ¡OP!
Distiguidos lectores, queridísimas lectoras, queridos amig@s, etc.etc. y etc. Cuando son las tanta y tantas de la noche de un "raro" día veraniego a la gallega, he acudido por primera vez en el año a la playa de la cual ya he probado el agua, por lo cual puedo asegurar y aseguro, que ésta sigue igual de salada que siempre.
Quiero comenzar esta entrada utilizando una expresión muy gallega y la cual dedico al presidente del Desgobierno español: "Zapatero, me cago hasta na cona madre que che pariu".
Estoy seguro que ahora os preguntaréis como en su día hizo el filósofo portugués José Mourinho de el ¿por qué? de este comienzo tan insultante hacia nuestro gobernante, el cual me será muy fácil de explicar.
70 km. de ida a la playa más 70 km. de regreso, aguantando las broncas de mi señora así como las de mi hija, ¿el motivo?: el apirolamiento mental del elemento en cuestión, que hace poco rebajó el límite de velocidad en autopista a 110 km. por hora y días atrás y dando marcha atrás lo volvió a subir a los 120.
La discusión familiar comenzó nada más entrar en la autopista y al poner en la máquina que tengo por coche el límite máximo de velocidad en 120 km/hora, esto quiere decir y para que lo entendáis los que no tengáis un coche tan cojonudo como el mío (un Renault Megane), que yo marco esa velocidad y por mucho que pise el acelerador no la sobrepasará.
Metidos en la autopista y con el coche a 120 km/hora se fijó mi señora en el marcador de velocidad del mismo y al ver a cuanto circulábamos me cayó la primera bronca: "vas a 120 y el límite está en 110". Y tras ella y desde los asientos de atrás mi hija tal y como es de suponer se puso del lado de mi mujer, mientras que el chaval me animaba con un "dale más caña papá que estoy deseando llegar a la playa".
Y en un habitáculo tan pequeño como es el de un coche, en menos de un segundo se armó la de Dios es Cristo. Por una parte las féminas me recriminaban muy seriamente que excediese en 10 km. por hora la velocidad permitida, a lo cual yo que soy muy cabezón y sobre todo muy legal, respondí diciendo que Zapatero había rectificado el límite de velocidad y lo había vuelto a poner en los anteriores 120 km/hora.
"Pero las señales indican el límite en 110", insistían la hija y la mujer. A lo que yo respondía: "aquí quien manda es Zapatero y si él lo dice, ni señales, ni Constitución, ni ostias en vinagre."
"Pero las señales mandan en la carretera" insistían, y yo vuelta que dale "y en las carreteras manda Zapatero"... y con esta discusión continuamos hasta que pusimos el pie en la playa y ésta se acabó después de darme yo el primer chapuzón del año, el cual y para no seguir escuchando rapapolvos hice tan duradero que a punto estuve de sufrir una hipotermia.
Bajo los pinos del pinar y después de degustar una sabrosa tortilla española, una empanada de bonito y un poco de fruta, durante el acto llamado "sobre mantel" por haber comido sobre éste extendido sobre el césped, no recuerdo por qué ni por qué no, surgió de nuevo la discusión y ambas hembras volvieron al ataque mientras el chaval reía divertido y yo hacía un esfuerzo en procurar dormir una siesta a la sombra de los pinos.
Cerré los ojos y fingí un par de ronquidos con lo cual ambas callaron dejándome tranquilo. Pero la cosa no había acabado ahí, quedaba el camino de vuelta...
Cuando llegó la hora de regresar y antes de entrar en el coche me recordaron la puta discusión de marras y me advirtieron que para casa máximo a 110 y ni un km. de más y ni un km. de menos. Pero yo que soy muy legal no puedo desobedecer las órdenes del Gobierno del mismo modo que no puedo dejar sin declarar hasta el último céntimo que gano.
Así que recurriendo a la legalidad vigente, en cuanto entré en la autopista otra vez puse el regulador a 120, por lo cual se retomó la discusión de los cojones.
La bronca y la comedura de coco llegó al punto de que el la primera área de servicio detuve el coche y las invité a bajarse y que regresasen a pie y a la velocidad marcada de 110 km/h., a ver si tenían cojones a alcanzarla y recordándoles al mismo tiempo que circular a poca velocidad por autopista y sobre todo caminando, también es motivo de sanción.
Y como por arte de magia ambas enmudecieron y permanecieron en el coche. El camino de regreso lo hice a 120 km/h. como manda su Ilustrísima Excelencia Zapatero I de España.
Eso sí, ni durante el trayecto de regreso ni al llegar a casa, las féminas me volvieron a dirigir la palabra.
Por eso vuelvo a repetir lo dicho al comienzo de esta entrada: "Zapatero, me cago hasta na cona madre que che pariu", por culpa de tu incompetencia ni mi señora ni mi hija me hablan.
Aclárate de una puta vez y deja de tocar los bemoles diciendo una cosa y haciendo la contraria, pues de tu desgobierno y tus cambios de opiniones estoy hasta los mismísimos cojones.
He dicho y después de dicho me voy para cama que mañana es día de escuela.
Quiero comenzar esta entrada utilizando una expresión muy gallega y la cual dedico al presidente del Desgobierno español: "Zapatero, me cago hasta na cona madre que che pariu".
Estoy seguro que ahora os preguntaréis como en su día hizo el filósofo portugués José Mourinho de el ¿por qué? de este comienzo tan insultante hacia nuestro gobernante, el cual me será muy fácil de explicar.
70 km. de ida a la playa más 70 km. de regreso, aguantando las broncas de mi señora así como las de mi hija, ¿el motivo?: el apirolamiento mental del elemento en cuestión, que hace poco rebajó el límite de velocidad en autopista a 110 km. por hora y días atrás y dando marcha atrás lo volvió a subir a los 120.
La discusión familiar comenzó nada más entrar en la autopista y al poner en la máquina que tengo por coche el límite máximo de velocidad en 120 km/hora, esto quiere decir y para que lo entendáis los que no tengáis un coche tan cojonudo como el mío (un Renault Megane), que yo marco esa velocidad y por mucho que pise el acelerador no la sobrepasará.
Metidos en la autopista y con el coche a 120 km/hora se fijó mi señora en el marcador de velocidad del mismo y al ver a cuanto circulábamos me cayó la primera bronca: "vas a 120 y el límite está en 110". Y tras ella y desde los asientos de atrás mi hija tal y como es de suponer se puso del lado de mi mujer, mientras que el chaval me animaba con un "dale más caña papá que estoy deseando llegar a la playa".
Y en un habitáculo tan pequeño como es el de un coche, en menos de un segundo se armó la de Dios es Cristo. Por una parte las féminas me recriminaban muy seriamente que excediese en 10 km. por hora la velocidad permitida, a lo cual yo que soy muy cabezón y sobre todo muy legal, respondí diciendo que Zapatero había rectificado el límite de velocidad y lo había vuelto a poner en los anteriores 120 km/hora.
"Pero las señales indican el límite en 110", insistían la hija y la mujer. A lo que yo respondía: "aquí quien manda es Zapatero y si él lo dice, ni señales, ni Constitución, ni ostias en vinagre."
"Pero las señales mandan en la carretera" insistían, y yo vuelta que dale "y en las carreteras manda Zapatero"... y con esta discusión continuamos hasta que pusimos el pie en la playa y ésta se acabó después de darme yo el primer chapuzón del año, el cual y para no seguir escuchando rapapolvos hice tan duradero que a punto estuve de sufrir una hipotermia.
Bajo los pinos del pinar y después de degustar una sabrosa tortilla española, una empanada de bonito y un poco de fruta, durante el acto llamado "sobre mantel" por haber comido sobre éste extendido sobre el césped, no recuerdo por qué ni por qué no, surgió de nuevo la discusión y ambas hembras volvieron al ataque mientras el chaval reía divertido y yo hacía un esfuerzo en procurar dormir una siesta a la sombra de los pinos.
Cerré los ojos y fingí un par de ronquidos con lo cual ambas callaron dejándome tranquilo. Pero la cosa no había acabado ahí, quedaba el camino de vuelta...
Cuando llegó la hora de regresar y antes de entrar en el coche me recordaron la puta discusión de marras y me advirtieron que para casa máximo a 110 y ni un km. de más y ni un km. de menos. Pero yo que soy muy legal no puedo desobedecer las órdenes del Gobierno del mismo modo que no puedo dejar sin declarar hasta el último céntimo que gano.
Así que recurriendo a la legalidad vigente, en cuanto entré en la autopista otra vez puse el regulador a 120, por lo cual se retomó la discusión de los cojones.
La bronca y la comedura de coco llegó al punto de que el la primera área de servicio detuve el coche y las invité a bajarse y que regresasen a pie y a la velocidad marcada de 110 km/h., a ver si tenían cojones a alcanzarla y recordándoles al mismo tiempo que circular a poca velocidad por autopista y sobre todo caminando, también es motivo de sanción.
Y como por arte de magia ambas enmudecieron y permanecieron en el coche. El camino de regreso lo hice a 120 km/h. como manda su Ilustrísima Excelencia Zapatero I de España.
Eso sí, ni durante el trayecto de regreso ni al llegar a casa, las féminas me volvieron a dirigir la palabra.
Por eso vuelvo a repetir lo dicho al comienzo de esta entrada: "Zapatero, me cago hasta na cona madre que che pariu", por culpa de tu incompetencia ni mi señora ni mi hija me hablan.
Aclárate de una puta vez y deja de tocar los bemoles diciendo una cosa y haciendo la contraria, pues de tu desgobierno y tus cambios de opiniones estoy hasta los mismísimos cojones.
He dicho y después de dicho me voy para cama que mañana es día de escuela.
1 han comentado:
Amigo mio la cagaste y hasta te jugaste los puntos del carné por por tu cabezonería. HAsta el 1 de Julio no vuelve a ser legal circular a 120 y tu hiciste 140 km infringiendo al ley flagrantemente. Procura que no te lea el post un acólito Zapateril no sea que te llegue una multa a toro pasado que reavive de nuevo la discusión familiar jejeje
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