Igualdades y desigualdades entre sexos iguales y desiguales. (I)
Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, querid@s amig@s, etc. etc. y etc. Dado que en mi anterior entrada hablaba de ciertos temas referentes a las mujeres de sexo femenino, a través de ésta que hago hoy voy a profundizar más en ellas... mejor dicho y para que nadie me malinterprete o que alguna no se deje, profundizaré en ciertos temas referentes a esta especie humana tan bella, tan hermosa, tan sensible y a veces y cuando se lo proponen tan cabrona como son las mujeres.
Dado a que mi edad no me lo permite y el tiempo que me queda de vida no sería suficiente, en lugar de montarlas intentaré desmontar o ratificar (depende de como me salga este escrito) ese típico tópico que suele decirse de que "TODAS SON IGUALES". No señor, ni son iguales ni parecidas. Al menos mi esposa y a la que considero guapa, sólo se parece a Elsa Pataki en el blanco de los ojos.
Pero no voy a tocar el tema de la belleza externa pues como he dicho lo que intentaré es profundizar en su interior sin necesidad de penetrarlas, pues hacerlo sin su consentimiento está considerado una violación y eso es algo a lo que sería incapaz de llegar por muchas ganas que tenga de follar.
Hace días conversaba con un amigo al que encontré muy afligido y tomándose unos vinos, cosa que llamó mi atención ya que sé de buena tinta que no es habitual en él ya que es cervecero y no vinotequero. El caso es que al verlo así le pregunté qué le ocurría.
Me respondió que estaba de muy mala ostia por haber discutido con su mujer, me contó el motivo de la disputa y como buen gallego que soy le respondí con una pregunta: "¿y por esa tontería habéis discutido?"... "ya ves", respondió él, a lo que añadió "yo no quería discutir pero es que mi mujer es así y que si patatín, que si patatán y bla, bla, bla".
Como buen amigo lo escuché y le presté mi hombro para que se desahogase, lo cual hizo hasta que... "¡ALTO AHI!" le grité. Lo agarré por la pechera, posé mi mirada de tigre sobre sus ojos vidriosos y acto seguido le pregunté: "¿tú te lo estás montando con mi mujer?"...
"¿Pero cómo se te ocurre pensar tal cosa?" me respondió muy ofendido por mi acusación. Y ratificando mi condición de buen gallego le respondí con otra pregunta: "¿y cómo coño quieres que no piense eso si me la estás describiendo".
Y tal para cual maragota y media, resultó que su señora y la mía y a las cuales no une ningún parentesco, eran tan iguales por dentro como distintas por fuera, pues la mía tira a rubia y con los ojos azules mientras que la suya es morena y con los ojos marrones.
Por lo tanto y a bote pronto, llegamos a la conclusión de que en ciertos comportamientos TODAS SON IGUALES.
Ellas dicen que nosotros también lo somos y en el caso que cuento pudiera ser que fuese cierto, pues tanto mi amigo como yo somos morenos, delgados y de ojos color verde botella de vino casero vacia. Ahora bien, hay algo que nos distingue a las leguas: a él no le gusta el fútbol, mientras que yo soy de corazón Atlético Madridista y Celtista por herencia paterna y de ambos abuelos.
Ahora es el momento de hacerse la pregunta: "¿somos todos nosotros iguales, al igual que lo son todas ellas?". A juzgar por lo que he expuesto se puede decir que nosotros lo somos en apariencia y ellas interiormente.
Sigamos... mejor dicho, sigo.
Igualdades y diferencias en la cama.
El momento álgido de la cama es cuando se alcanza el orgasmo. Sobre este particular y recordando a todas las que he podido catar, puedo asegurar y aseguro, QUE NO SON TODAS IGUALES, mientras que por el contrario NOSOTROS SI LO SOMOS.
Argumentos en los que me baso: de las 42 mujeres que he conocido a lo largo de mi juventud y soltería más mi señora que hace la nº 43, puedo asegurar y aseguro que ni son iguales ni parecidas, y no me baso para hacer esta afirmación en el tamaño de sus tetas. Simplemente diré que las hay más frías, más calientes, y las que están entre Pinto y Valdemoro, es decir, ni lo uno ni lo otro. Las que nosotros solemos llamar "calienta braguetas".
Bien, ahora llegamos al orgasmo... es un decir claro, porque al menos yo no he llegado.
Llegado este punto y basándome en mi experiencia, las hay que en el momento de llegar exclaman de distintas maneras. Las hay que dicen: "¡ay Dios!", otras dicen "que llego, que llego", otras simplemente jadean fuerte entre "ays y gritos" de placer y luego está la mía que me dice: "acaba ya de una vez". Por lo tanto se puede decir que llegados a este crucial momento, NO SON TODAS IGUALES.
Ahora bien, ¿y nosotros cómo nos comportamos cuando llegamos al orgasmo?.
En este sentido no puedo basarme en mi experiencia ya que hasta la fecha jamás he tenido contacto sexual con otros hombres, pero según tengo entendido y creo que no me equivoco, lo nuestro es eyacular, soltar un "ahhhhh" de placer, desmontar y fumar un cigarrillo si nos dejan hacerlo en el dormitorio. Los no fumadores simplemente desmontan, dan media vuelta sobre su eje y se duermen.
Teniendo en cuenta esto sí se podría decir que NOSOTROS SI SOMOS IGUALES.
Ahora bien, siempre hay una excepción que rompe la regla y yo podría poner como ejemplo cierto amigo que tengo que en el momento de eyacular le gusta decirle a su esposa: "toma puta, toma", insulto que su mujer encaja sin ningún tipo de enfado o miramiento.
Dado el caso de que al igual que este amigo que tengo yo le dijese tal cosa a mi señora, apuesto todo lo que tengo a que me remanga una ostia que me tira de la cama.
Por lo tanto y ante estos argumentos, puedo decir y digo: QUE NO SON TODAS IGUALES.
Sin lugar a dudas este es un tema en el que podría extenderme más y que haré en otro momento, pues creo conveniente dejar algo para otro día y así asegurarme de que si el tema os resulta interesante, volveréis a pasaros por aquí para conocer mi opinión sobre tan polémico asunto.
Por el momento y para finalizar esta entrada sin despejar la incógnita del todo, diré que CADA UN@ ES COMO ES y punto.
Y punto final.
Dado a que mi edad no me lo permite y el tiempo que me queda de vida no sería suficiente, en lugar de montarlas intentaré desmontar o ratificar (depende de como me salga este escrito) ese típico tópico que suele decirse de que "TODAS SON IGUALES". No señor, ni son iguales ni parecidas. Al menos mi esposa y a la que considero guapa, sólo se parece a Elsa Pataki en el blanco de los ojos.
Pero no voy a tocar el tema de la belleza externa pues como he dicho lo que intentaré es profundizar en su interior sin necesidad de penetrarlas, pues hacerlo sin su consentimiento está considerado una violación y eso es algo a lo que sería incapaz de llegar por muchas ganas que tenga de follar.
Hace días conversaba con un amigo al que encontré muy afligido y tomándose unos vinos, cosa que llamó mi atención ya que sé de buena tinta que no es habitual en él ya que es cervecero y no vinotequero. El caso es que al verlo así le pregunté qué le ocurría.
Me respondió que estaba de muy mala ostia por haber discutido con su mujer, me contó el motivo de la disputa y como buen gallego que soy le respondí con una pregunta: "¿y por esa tontería habéis discutido?"... "ya ves", respondió él, a lo que añadió "yo no quería discutir pero es que mi mujer es así y que si patatín, que si patatán y bla, bla, bla".
Como buen amigo lo escuché y le presté mi hombro para que se desahogase, lo cual hizo hasta que... "¡ALTO AHI!" le grité. Lo agarré por la pechera, posé mi mirada de tigre sobre sus ojos vidriosos y acto seguido le pregunté: "¿tú te lo estás montando con mi mujer?"...
"¿Pero cómo se te ocurre pensar tal cosa?" me respondió muy ofendido por mi acusación. Y ratificando mi condición de buen gallego le respondí con otra pregunta: "¿y cómo coño quieres que no piense eso si me la estás describiendo".
Y tal para cual maragota y media, resultó que su señora y la mía y a las cuales no une ningún parentesco, eran tan iguales por dentro como distintas por fuera, pues la mía tira a rubia y con los ojos azules mientras que la suya es morena y con los ojos marrones.
Por lo tanto y a bote pronto, llegamos a la conclusión de que en ciertos comportamientos TODAS SON IGUALES.
Ellas dicen que nosotros también lo somos y en el caso que cuento pudiera ser que fuese cierto, pues tanto mi amigo como yo somos morenos, delgados y de ojos color verde botella de vino casero vacia. Ahora bien, hay algo que nos distingue a las leguas: a él no le gusta el fútbol, mientras que yo soy de corazón Atlético Madridista y Celtista por herencia paterna y de ambos abuelos.
Ahora es el momento de hacerse la pregunta: "¿somos todos nosotros iguales, al igual que lo son todas ellas?". A juzgar por lo que he expuesto se puede decir que nosotros lo somos en apariencia y ellas interiormente.
Sigamos... mejor dicho, sigo.
Igualdades y diferencias en la cama.
El momento álgido de la cama es cuando se alcanza el orgasmo. Sobre este particular y recordando a todas las que he podido catar, puedo asegurar y aseguro, QUE NO SON TODAS IGUALES, mientras que por el contrario NOSOTROS SI LO SOMOS.
Argumentos en los que me baso: de las 42 mujeres que he conocido a lo largo de mi juventud y soltería más mi señora que hace la nº 43, puedo asegurar y aseguro que ni son iguales ni parecidas, y no me baso para hacer esta afirmación en el tamaño de sus tetas. Simplemente diré que las hay más frías, más calientes, y las que están entre Pinto y Valdemoro, es decir, ni lo uno ni lo otro. Las que nosotros solemos llamar "calienta braguetas".
Bien, ahora llegamos al orgasmo... es un decir claro, porque al menos yo no he llegado.
Llegado este punto y basándome en mi experiencia, las hay que en el momento de llegar exclaman de distintas maneras. Las hay que dicen: "¡ay Dios!", otras dicen "que llego, que llego", otras simplemente jadean fuerte entre "ays y gritos" de placer y luego está la mía que me dice: "acaba ya de una vez". Por lo tanto se puede decir que llegados a este crucial momento, NO SON TODAS IGUALES.
Ahora bien, ¿y nosotros cómo nos comportamos cuando llegamos al orgasmo?.
En este sentido no puedo basarme en mi experiencia ya que hasta la fecha jamás he tenido contacto sexual con otros hombres, pero según tengo entendido y creo que no me equivoco, lo nuestro es eyacular, soltar un "ahhhhh" de placer, desmontar y fumar un cigarrillo si nos dejan hacerlo en el dormitorio. Los no fumadores simplemente desmontan, dan media vuelta sobre su eje y se duermen.
Teniendo en cuenta esto sí se podría decir que NOSOTROS SI SOMOS IGUALES.
Ahora bien, siempre hay una excepción que rompe la regla y yo podría poner como ejemplo cierto amigo que tengo que en el momento de eyacular le gusta decirle a su esposa: "toma puta, toma", insulto que su mujer encaja sin ningún tipo de enfado o miramiento.
Dado el caso de que al igual que este amigo que tengo yo le dijese tal cosa a mi señora, apuesto todo lo que tengo a que me remanga una ostia que me tira de la cama.
Por lo tanto y ante estos argumentos, puedo decir y digo: QUE NO SON TODAS IGUALES.
Sin lugar a dudas este es un tema en el que podría extenderme más y que haré en otro momento, pues creo conveniente dejar algo para otro día y así asegurarme de que si el tema os resulta interesante, volveréis a pasaros por aquí para conocer mi opinión sobre tan polémico asunto.
Por el momento y para finalizar esta entrada sin despejar la incógnita del todo, diré que CADA UN@ ES COMO ES y punto.
Y punto final.
1 han comentado:
No todas son iguales, pero sí tan parecidas o padecidas, no se que termino usar,ja,ja,ja.
Un abrazo.
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