Brasil, ¡oh, la, la! (inciso). Carta del Teniente Vicente a su esposa.
Querida Amparo:
Dado a mi improvisado y relámpago viaje a este bello lugar de América de Abajo y del que no te puede informar más que a través de una pequeña nota, te escribo ahora estas dos líneas para que sepas que he llegado con bien y que ya estoy instalado.
De momento ha sido muy poco lo que he visto, aunque hay varias cosas que me han llamado la atención, siendo la referente al idioma la que más me ha sorprendido, ya que tenía entendido que en Brasil hablaban el brasileño, pero por lo que estoy comprobando aquí todos hablan gallego. Pero un gallego perfecto, no como el “jastrapo” ese que habla el meapilas de tu hermano.
Por lo que al llegar ahí te ruego me recuerdes que pase a firmar el manifiesto a favor del castellano. Hay que parar el avance de los nacionalistas o esto se nos irá de las manos sin que nos demos cuenta de ello.
Otra cosa que me ha llamado la atención es la estatua de Jesucristo que tienen aquí, ¡ufff!, que cosa más grande. No pienses que soy un exagerado si te digo que debe ser cien veces más alta que la que tenemos en la parroquia, aparte de que lo tienen sin crucificar, lo que dice mucho a favor de esta gente quienes a todas luces parecen mucho más inofensivos que los romanos.
También he visto aunque sin bajar del taxi, la famosa playa de Copacabana, con sus olas, sus chiringos y sus garotas. Por cierto que aquí casi todas toman el sol con las tetas al idem, y no te puedo asegurar si con, o sin parte de abajo del bikini, pues aunque parece que alguna tiene algo puesto, sin apartarle las nalgas es muy difícil saber incluso para un detective tan observador como yo, si efectivamente hay algo entre ellas o no es más que un simple adorno el cordoncito que rodea su cintura.
También he hecho un amigo, un colega ruso muy simpático y generoso que sin conocerme de nada me presentó a una amiga que me puso al tanto de algunas costumbres que por aquí se llevan.
Costumbres que por cierto me han dejado muy buen sabor de boca y también el en último tramo del aparato digestivo y que al llegar a casa pienso experimentar contigo, por lo que te sugiero vayas haciéndote la manicura por si me tuvieses que introducir el dedo por cierto sitio.
En el momento de escribir esta carta estoy con este amigo ruso en la recepción del hotel aguardando la llamada del comisario. Nos estamos tomando unas caipirinhas, que es una bebida típica del lugar y que poco tiene que envidiarle a nuestro tinto de verano.
Nada más cariño, sólo decirte que me quedan dos días para arrestar al tal “Martínez”, y que tan pronto como lo haga, tomaré el primer avión que me lleve de vuelta para casa.
Siempre tuyo
Vicentito.
Dado a mi improvisado y relámpago viaje a este bello lugar de América de Abajo y del que no te puede informar más que a través de una pequeña nota, te escribo ahora estas dos líneas para que sepas que he llegado con bien y que ya estoy instalado.
De momento ha sido muy poco lo que he visto, aunque hay varias cosas que me han llamado la atención, siendo la referente al idioma la que más me ha sorprendido, ya que tenía entendido que en Brasil hablaban el brasileño, pero por lo que estoy comprobando aquí todos hablan gallego. Pero un gallego perfecto, no como el “jastrapo” ese que habla el meapilas de tu hermano.
Por lo que al llegar ahí te ruego me recuerdes que pase a firmar el manifiesto a favor del castellano. Hay que parar el avance de los nacionalistas o esto se nos irá de las manos sin que nos demos cuenta de ello.
Otra cosa que me ha llamado la atención es la estatua de Jesucristo que tienen aquí, ¡ufff!, que cosa más grande. No pienses que soy un exagerado si te digo que debe ser cien veces más alta que la que tenemos en la parroquia, aparte de que lo tienen sin crucificar, lo que dice mucho a favor de esta gente quienes a todas luces parecen mucho más inofensivos que los romanos.
También he visto aunque sin bajar del taxi, la famosa playa de Copacabana, con sus olas, sus chiringos y sus garotas. Por cierto que aquí casi todas toman el sol con las tetas al idem, y no te puedo asegurar si con, o sin parte de abajo del bikini, pues aunque parece que alguna tiene algo puesto, sin apartarle las nalgas es muy difícil saber incluso para un detective tan observador como yo, si efectivamente hay algo entre ellas o no es más que un simple adorno el cordoncito que rodea su cintura.
También he hecho un amigo, un colega ruso muy simpático y generoso que sin conocerme de nada me presentó a una amiga que me puso al tanto de algunas costumbres que por aquí se llevan.
Costumbres que por cierto me han dejado muy buen sabor de boca y también el en último tramo del aparato digestivo y que al llegar a casa pienso experimentar contigo, por lo que te sugiero vayas haciéndote la manicura por si me tuvieses que introducir el dedo por cierto sitio.
En el momento de escribir esta carta estoy con este amigo ruso en la recepción del hotel aguardando la llamada del comisario. Nos estamos tomando unas caipirinhas, que es una bebida típica del lugar y que poco tiene que envidiarle a nuestro tinto de verano.
Nada más cariño, sólo decirte que me quedan dos días para arrestar al tal “Martínez”, y que tan pronto como lo haga, tomaré el primer avión que me lleve de vuelta para casa.
Siempre tuyo
Vicentito.
6 han comentado:
Hoy me pillas en ronda, así que soy el primero.
Con tu post y tu tte.vicente me voy al sobre con una buena sonrisa.
Saludos
El teniente va "embalao".
Esto es el encuentro entre culturas al más alto nivel, si señor.
Es que los amigos rusos....
El Teniente, no se está fiando demasiado del ruso? no sé cómo acabará todo esto con tanta caipirinha...
Un bico
Ta bien, hay que tener a la parienta al dia pa que no sospeche. Si señor.
Ahi está darkmanburt, ahí le has dado... pa que la parienta esté confiada.
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