domingo, 2 de marzo de 2008

Escenas de matrimonio (I)

Aprovechando este momento de soledad en el hogar, voy a dedicar la homilía de hoy a un tema que nos preocupa mucho a todos… repito, A TODOS… puntualizo, A TODOS NOSOTROS.
Antes de nada, quisiera hacer una advertencia… Señora, me parece muy bien que se atreva a leer esto, pero haga el favor de no hacerlo delante de los niños, que luego tienen pesadillas.
Hoy voy a mojarme y tratar sobre un fenómeno paranormal, hoy escribiré sobre el “SEXO EN EL MATRIMONIO”.


Antes de meterse de lleno en materia, hay que empezar diciendo que el sexo en el matrimonio goza de 4 fases, que son: noche de bodas, luna de miel, cuatro o cinco primeros años y lo que te rondaré morena.
Aclarado este concepto ya puedo meterme de lleno en materia.
Por lo general, el hombre va al matrimonio bien alimentado ya que viene de la etapa de novios en la que su pareja nunca puso peros, siempre estuvo dispuesta.
Esta costumbre que lleva el hombre no se ve para nada alterada durante las tres primeras fases, es más, se ve incluso enriquecida. Lo malo es que éstas duran poco y paradójicamente a medida que nosotros vamos durando más, ellas van queriendo menos.
Los primeros años de convivencia de una pareja son, por decirlo de algún modo, de acoplamiento, de adaptación. Por eso es frecuente que en eses primeros años se produzcan muchos acoplamientos. Yo sin ir más lejos recuerdo haberme acoplado hasta 4 veces en una noche.
Luego viene la última fase, “lo que te rondaré morena”, que es como yo me encuentro a estas alturas, rondando a la morena. Y no sólo la rondo, si no que la acoso, la persigo, la rodeo… más de una vez estuve tentado a ponerle la zancadilla en el pasillo y tirarme encima de ella y ¡zas!..., allí mismo.
Esta cuarta fase viene de forma progresiva y suele aparecer a partir del cuarto, quinto año, depende… puede venir acompañada de cansancio, somnolencia o dolor de cabeza.
Llegado a este punto de la homilía y teniendo en cuenta los hechos a los que me remito, uno debe emplear los signos de interrogación para hacerse la siguiente pregunta:
¿es real o es una leyenda urbana lo de los dos polvos a la semana?.
Caballeros…, yo creo sinceramente que dos polvos a la semana a partir del quinto año de matrimonio no se los echa ni San Pedro… aunque San Pedro estaba soltero, pero quien dice San Pedro, dice San Pablo. La gente miente, ¡síííí!, y mucho…
Me viene a la memoria una conversación que tuve con un matrimonio de jubilados en la que la mujer aseguraba toda convencida que su marido cumplía con ella dos veces a la semana… “y eso que la diabetes le perjudica, porque podía ser alguna más”, aun tuvo el valor de añadir.
Las miradas de mi mujer y mía se cruzaron en el aire, más o menos a la altura de la mesita de centro, luego me ví en la necesidad de dejar el pabellón lo más alto posible y como quien no quería la cosa dije: “yo echo cinco a la semana y eso porque mi mujer no se opera el juanete, porque podía echarle tres o cuatro más”.
El meollo del asunto está en la rutina, que lleva al la pérdida de pasión… aunque bueno, a veces y como se suele decir: toca la flauta por casualidad y cae una noche “loca” de esas para guardar en el archivo de la memoria histórica, después vuelta a la puta rutina y si no te llega y quieres más te tocas la flauta tú.
En fin, este es un tema que da para estar horas y horas escribiendo, quizá más adelante vuelva a retomarlo porque como ya he dicho, es algo que nos importa mucho a todos… repito, A TODOS… puntualizo, A TODOS NOSOTROS… a ellas les importa un bledo.
¡Ah!, que tú aun no estás en la cuarta fase… pues ríete, ríete…
Creo que tal como he dicho al principio de esta homilía me he mojado bastante, ahora voy a secarme.... y a peinarme, que hoy me lo han prometido.
CORTO Y CIERRO POR HOY.

2 han comentado:

Anónimo dijo...

Se te ha olvidado el aspecto femenino en tu relato, de novios seguro que a la novia la hacían bonitos regalos y la deciam los versos más halagadores del mundo.

Después de casarse, la cagaron, porque ella seguro que esperaba que la vida nueva en el matrimonio fuera como la de novios, pero a él seguro que se le empezaron a olvidar esos pequeños detalles que a cualquier mujer nos hace feliz.

Y pasan los años y ya poco se puede esperar de los hombres que no te dicen que guapa estás o te animan a salir a bailar.

Así que ya sabes Manolo, un consejo para todos los hombres, tratar a las mujeres como cuando estabáis de novios.

ROSITA si lo lees, preparate para cuando te cases, como cambian todos.

m4n010 dijo...

Ah no, cuidadin que yo no soy de esos... que guapa aun se lo acabo de decir hace un rato y los mejores detalles los tuve después de casado... de novios si que era jodido jejeje.

Nosotros cambiamos porque nos cambiais vosotras jajajaja