sábado, 1 de marzo de 2008

Pelillos a la mar


Esta mañana me he quedado frío cuando nada más levantarme he arrancado la hoja del calendario… Marzo del 2.008, como corre el tiempo.
Es curioso esto del tiempo y lo mal que se lleva con nosotros. Lo mismo que te puede hacer una hora interminable, te hace pasar un mes tan rápido que no te enteras.
Y sin embargo es el mismo tiempo, porque tiempo sólo hay uno y corre siempre a la misma velocidad, a 60 minutos por hora. No hace falta que lo compruebes, tengo un reloj con calculadora y te puedo asegurar que este dato es exacto.
¿Qué le haríamos al tiempo para que nos trate de esta manera?... Posiblemente sea el que no sabemos valorarlo como se merece ya que muchas veces lo desperdiciamos innecesariamente… y así claro, después nos pasa factura. Y es tan jodido el cabrón que nos la pasa cuando ya no tenemos tiempo para pagarla.
Luego me miro en el espejo y pienso que la barba que ya me pinta blanca está en complot con el calendario. Que putada… con lo bien que me queda la perilla y que no se me haya dado por dejármela cuando el pelo salía negro.
¡Je!, ahí tenéis, una de las facturas a las que antes me refería.
Pero si algo tiene de bueno el tiempo es que a medida que va pasando vas cogiendo experiencia con la que aprendes a ver la vida de otra manera, sin agobios, sin prisas… te ayuda a ser más feliz ya que dejas de preocuparte por cosas que tiempo atrás te quitaban el sueño.
Se podría decir que la experiencia es el peine que te regalan cuando tu cabeza ya está calva.
¡Toma!, otra factura…
Estaba afeitándome cuando se fue la luz, pero bueno, son tantos rasurados los que llevo sobre mi rostro que me atreví a seguir haciéndolo pese a la poca visibilidad que tenía.
Cuando acabé me felicité por no haberme hecho ni un sólo corte, al mismo tiempo que me vinieron a la mente tiempos lejanos en los que cada afeitado parecía una carnicería.
Me dio la risa al recordar la de veces que entre la infancia y la adolescencia rastreaba mi cara frente al espejo o me miraba en el pecho y los genitales en busca de un pelo que me hiciese parecer un hombre… Y lo orgulloso que me sentí cuando vi asomar el primer pelo en el forro de los huevos.
Y hoy tengo que arrancarme los que me salen de dentro de la nariz y de las orejas.
¿Otra factura?... ¡uy que carallo!, creo que hoy me he levantado con el pie cambiado…

Como os he dicho, esta mañana me he quedado frío arrancado la hoja del calendario y luego desperdicié un valioso tiempo pensando en todo esto que he escrito.
Pero de sabios es rectificar, así que para no cargarme de facturas me volví para cama y allí, bajo las sábanas y al calorcito, aproveché mi valioso tiempo durmiendo un poquito.

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