La guerra de los sexos
Hoy es el Día Internacional de la Mujer, no sé si a secas o si es el de la Mujer Trabajadora, en todo caso vaya desde aquí mi felicitación a todas incluida la mía, aunque como no lee mi blog no sé si se enterará.
Quizá hoy no sea el día adecuado para hablar de las mujeres por lo tanto no voy a hacerlo, pero si haré un poco de memoria histórica y hablaré del “origen de la guerra de los sexos”… porque estamos en guerra, guerra fría pero guerra a fin de cuentas.
Hombres y mujeres estamos destinados a compenetrarnos aunque no a entendernos del todo, porque si bien somos humanos ambos, somos sexualmente distintos… y el sexo piensa… y piensa mucho.
Y ojito, que esto no sólo pasa en los humanos, si no que también entre los animales.
Lo que sí sucede únicamente entre la especie humana son esos estúpidos tópicos de que si uno necesita más al otro o que si uno es más inteligente que el otro, pero como sigamos metiendo perros en casa y otro tipo de mascotas, pronto pasaremos a la especie animal estas tonterías.
Yo creo que la guerra de sexos viene ya desde las Cuevas de Altamira, en la edad de piedra, ya que el hombre no miraba a la mujer frente a frente y como un ser de su misma especie, si no que la miraba en la postura que por aquel entonces se estilaba y que era a cuatro patas.
El hombre es más fuerte que la mujer y pienso que por aquel entonces los hombres deberían ser muy fuertes y muy brutos, sirva como ejemplo que las ligaban dándoles un estacazo.
Esa diferencia de fuerza hacía que fuese el hombre quien saliese a cazar y no sé que otras cosas más podían hacer en aquel entonces, pero lo cierto es que el hombre hacía de todo menos parir, y no es que lo diga yo, porque hay libros que vienen ilustrados con fotografías de la época en las que sale un hombre cazando, haciendo fuego, cuchillos, lanzas, etc etc… y hasta tuvo tiempo de pintar las Cuevas de Altamira.
Entonces uno debe preguntarse: ¿y qué hacía la mujer mientras el hombre se mataba vivo haciendo todas esas cosas?... ¿eh?... ¿qué hacía?.... Aburrirse.
Pero no todas, ya que las más ociosas mataban su tiempo libre limpiando la cueva de telarañas.
Con el paso del tiempo y a medida de que el hombre descubrió nuevas posturas y pudo mirar a la mujer a la cara, empezó a pensar más en ella y a verla como algo más que un simple objeto que sólo servía para meterla y para llenarle la cueva de hijos.
Y comenzó a valorar también el trabajo de la mujer limpiando las telarañas, y le inventó la escoba.
Y pasaron los años, y los años, y los años, en los que el hombre fue evolucionando mientras que la mujer seguía agarrada a la escoba, hasta que un buen día una mujer se cansó y dijo: ¡YA ESTA BIEN!.
Ese día comenzó la “guerra de los sexos”.
Y comenzaron a exigir orgasmos e inventar chistes contra los hombres… pero sin soltar la escoba.
Más adelante la mujer empezó a trabajar y con ello la guerra ya se hizo abierta, tal como sigue hasta el día de hoy, fría pero abierta, lo que es difícil de entender, o no si tenemos en cuenta de que hablo de mujeres.
Antes de acabar esta homilía quisiera dirigirme a las feministas estas que son… que son… que son muy jodidas, sí, ya sabéis a cuales me refiero y decirles: “señoras, un poco de memoria histórica y acuérdense de cuando la rascaban en la cueva”.
Y voy a dejarlo ya porque mi mujer está a llegar y lo mismo se enfada por esto que he escrito y de aquella si que la jodimos.
Quisiera por último hacer una advertencia a la humanidad y es la de que esto no es nada con lo que nos espera… en un futuro no muy lejano un mono dirá también: ¡NO!, y nos metemos de bruces en el planeta de los simios… y no es que lo diga yo, según la película así sucederá.
Quizá hoy no sea el día adecuado para hablar de las mujeres por lo tanto no voy a hacerlo, pero si haré un poco de memoria histórica y hablaré del “origen de la guerra de los sexos”… porque estamos en guerra, guerra fría pero guerra a fin de cuentas.
Hombres y mujeres estamos destinados a compenetrarnos aunque no a entendernos del todo, porque si bien somos humanos ambos, somos sexualmente distintos… y el sexo piensa… y piensa mucho.
Y ojito, que esto no sólo pasa en los humanos, si no que también entre los animales.
Lo que sí sucede únicamente entre la especie humana son esos estúpidos tópicos de que si uno necesita más al otro o que si uno es más inteligente que el otro, pero como sigamos metiendo perros en casa y otro tipo de mascotas, pronto pasaremos a la especie animal estas tonterías.
Yo creo que la guerra de sexos viene ya desde las Cuevas de Altamira, en la edad de piedra, ya que el hombre no miraba a la mujer frente a frente y como un ser de su misma especie, si no que la miraba en la postura que por aquel entonces se estilaba y que era a cuatro patas.
El hombre es más fuerte que la mujer y pienso que por aquel entonces los hombres deberían ser muy fuertes y muy brutos, sirva como ejemplo que las ligaban dándoles un estacazo.
Esa diferencia de fuerza hacía que fuese el hombre quien saliese a cazar y no sé que otras cosas más podían hacer en aquel entonces, pero lo cierto es que el hombre hacía de todo menos parir, y no es que lo diga yo, porque hay libros que vienen ilustrados con fotografías de la época en las que sale un hombre cazando, haciendo fuego, cuchillos, lanzas, etc etc… y hasta tuvo tiempo de pintar las Cuevas de Altamira.
Entonces uno debe preguntarse: ¿y qué hacía la mujer mientras el hombre se mataba vivo haciendo todas esas cosas?... ¿eh?... ¿qué hacía?.... Aburrirse.
Pero no todas, ya que las más ociosas mataban su tiempo libre limpiando la cueva de telarañas.
Con el paso del tiempo y a medida de que el hombre descubrió nuevas posturas y pudo mirar a la mujer a la cara, empezó a pensar más en ella y a verla como algo más que un simple objeto que sólo servía para meterla y para llenarle la cueva de hijos.
Y comenzó a valorar también el trabajo de la mujer limpiando las telarañas, y le inventó la escoba.
Y pasaron los años, y los años, y los años, en los que el hombre fue evolucionando mientras que la mujer seguía agarrada a la escoba, hasta que un buen día una mujer se cansó y dijo: ¡YA ESTA BIEN!.
Ese día comenzó la “guerra de los sexos”.
Y comenzaron a exigir orgasmos e inventar chistes contra los hombres… pero sin soltar la escoba.
Más adelante la mujer empezó a trabajar y con ello la guerra ya se hizo abierta, tal como sigue hasta el día de hoy, fría pero abierta, lo que es difícil de entender, o no si tenemos en cuenta de que hablo de mujeres.
Antes de acabar esta homilía quisiera dirigirme a las feministas estas que son… que son… que son muy jodidas, sí, ya sabéis a cuales me refiero y decirles: “señoras, un poco de memoria histórica y acuérdense de cuando la rascaban en la cueva”.
Y voy a dejarlo ya porque mi mujer está a llegar y lo mismo se enfada por esto que he escrito y de aquella si que la jodimos.
Quisiera por último hacer una advertencia a la humanidad y es la de que esto no es nada con lo que nos espera… en un futuro no muy lejano un mono dirá también: ¡NO!, y nos metemos de bruces en el planeta de los simios… y no es que lo diga yo, según la película así sucederá.
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Va un video para contentar a las feministas, para que puedan decir aquello de que no sabemos hacer dos cosas a la vez.
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