lunes, 24 de marzo de 2008

Vuelta al curro


Ya me he incorporado al trabajo después de unos días de vacaciones y una vez más he vuelto a comprobar cuanto echan a uno de menos, pues fue llegar y comenzar a darme órdenes y menearme de aquí para allá y de allá para acá.
A mi llegada y como es mi costumbre saludé a mis “compañeros” de trabajo: al jefe, su hijo, su hija, su hermano, su hermana, su cuñada y su sobrinaa los nietos los saludé más tarde cuando vinieron a merendar y no saludé a los consuegros porque hoy no vinieron.
No, aunque lo parezca por estar entre tanto pariente, ni soy empleada de hogar, ni trabajo en la reconstrucción de la Sagrada Familia, tampoco voy a decir de ellos que son mala gente, pero sólo en medio de tanta familia no puedo evitar sentirme como Babe, “el cerdito valiente” una “rara avis” en un mundo dominado por los perros.
Y es que trabajo en una empresa concienciada y preocupada por que el ambiente de trabajo sea lo más agradable y ameno posible, del mismo modo que pone todo su empeño para que entre todos seamos como una familia, esfuerzos que se van al traste porque siempre hay un alma discordante que lo estropea todo. En este caso el discordante soy yo, y que le voy a hacer si ya tengo aparte de la mía propia, también otra familia política… además que para ser el pariente pobre y que sólo me avisen para los entierros, pues como que prefiero a los que ya tengo.
Es increíble lo poco que duran los beneficios de una semana de relax y descanso, pues a los cinco minutos de comenzar a trabajar ya estaba estresado y miraba de reojo el calendario para contar los días que faltan para el próximo puente y viendo que aun quedan demasiados, decidí cambiar de táctica y comencé a mirar el reloj para contar lo que me faltaba para la hora de salida, a la vez que de cuando en cuando le daba unos golpecitos para que las agujas apurasen más, pero haciendo caso omiso de ellos las agujas se desplazaron unas veces a la velocidad que les dio la gana y otras a ralentí.
Menos mal que a las cinco de la tarde tuve un respiro ya que saltó el sistema antiincendios, la falsa alarma de la semana, pero esta vez me aproveché de ella y salí de allí pies en polvorosa poniendo como justificante que iba a llamar a los bomberos.
Mientras tomaba un café en el bar de enfrente comprobaba que no salía ni humo ni fuego, por lo cual entre decepcionado y contento de que no fuese nada pues me había dejado la cazadora dentro, tuve que reincorporarme al puesto.
A la hora de salir escapé de allí como alma que llega el diablo y como suelo hacer siempre a la vuelta de vacaciones, compré un cupón, sellé una primitiva, una quiniela y compré un décimo de lotería.
En fin, que mañana es martes… aun… y no sé si decir que falta un día menos, o que ya va un día más.

1 han comentado:

pinchinho dijo...

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