viernes, 29 de febrero de 2008

El caso de la rubia de las bragas negras

A las 12,30 de la mañana me presenté en el lugar del crimen. El cuerpo de un hombre yacía aparentemente muerto en medio de un gran charco de sangre. Le tomé el pulso y mis sospechas se confirmaron: estaba muerto.
Seguía teniendo el tacto como en mis mejores tiempos.
Al lado del cuerpo una maceta de geranios hecha añicos, los miré, volví a mirar el cuerpo al que ahora le advertí una enorme brecha en la cabeza… y volví a mirar la maceta de geranios.
Una simple mirada ya me fue suficiente para extraer mi primera conclusión… los geranios llevaban mucho tiempo sin ser regados.
Seguía siendo tan sagaz como en mis mejores tiempos.
Una impresionante rubia se personó en el lugar del crimen. Vestía un albornoz blanco que llevaba atado por la cintura, abriéndosele por arriba y por abajo mostrando buena parte de sus muslos y dos buenas partes de sus pechos (una buena parte de cada uno).
Advertí que no llevaba puesto nada por debajo y que estaba muy buena.
Seguía teniendo la vista como en mis mejores tiempos.
Tras mostrarle la placa de policía y presentarme, me dispuse a interrogarla.
-¿Conocía a este hombre?-.
-Ega mi magido-
Me pareció que hablaba raro así que le pregunté si le pasaba algo en la boca
-es que soy fgansesa- respondió.
-¡francesa!... ummmm-
-güi, de Pagis-
-aahhh-
Comencé a acosarla con mis preguntas, alguna de ellas muy comprometida, pero la rubia se mostraba fría y no caía en ninguna de las trampas que le iba tendiendo a lo largo del interrogatorio.
De sus respuestas saqué las siguientes conclusiones: lo había encontrado muerto al salir de la ducha. Mientras se duchaba no escuchó ningún ruido ni vio nada sospechoso. Tenía 42 años, era multiorgásmica y se había convertido en la única heredera de una inmensa fortuna.
Le pregunté si alguien podía corroborar lo que decía respondiéndome que se había duchado sola, lo que a mi me pareció una lástima.
Quise echar un vistazo al cuarto de baño con el fin de averiguar si efectivamente decía la verdad, no se negó y me acompañó hasta allí.
Comprobé que en la bañera estaba húmeda y que había pelos en ella, la rubia no mentía. En el suelo y al lado de la bañera había tiradas unas braguitas negras, le pregunté si eran suyas y cuando me dijo que sí, las recogí para llevar a laboratorio.
Volvimos al escenario del crimen… el cadáver no se había movido y seguía tal y como lo habíamos dejado.
En ese momento se personó una persona en el lugar. Era una mujer de piel morena, muy morena… era una mujer de color... de color negro.
Cumpliendo con mi deber pregunté a la rubia quien era la morena, respondiéndome que era la empleada de servicio, una inmigrante a la que había contratado por compasión al advertir el negro porvenir que le esperaba.
La miré de arriba abajo (a la negra) y al detener mi vista sobre su redonda panza advertí enseguida ese negro porvenir, calculé que debería estar a punto de salir de cuentas… muy a punto… tanto que la mandé tomar asiento por si al negro le daba por venir en ese momento.
Mi intuición seguía funcionando como en mis mejores tiempos.
Volví a mirar otra vez a la rubia y esta vez me deslumbró, no sé si esto fue debido a que llevaba un buen rato mirando a la morena o por lo hermosa que era.
Pensé en el marido que convalecía muerto a nuestro lado y en que yo en su lugar y teniendo una mujer como la suya no hubiese dejado que me matasen.
Sentí un poco de lástima por ella, una viuda tan joven, tan rica, tan bella…
-He aquí un buen partido- pensé.
Mi olfato seguía funcionando como en sus mejores tiempos.
Llegué a este punto de la investigación y todavía no había hallado el móvil del crimen. Tras una segunda inspección ocular lo hallé sobre una mesilla recargando la batería.
Con todos los ingredientes necesarios para su resolución, no tenía más que tirar del hilo, cosa que hice hasta que se me descosió un botón de la gabardina, por lo que decidí cambiar de plan y atar cabos.
Ante la rubia y la morena y fui exponiendo uno por uno los puntos concluyentes de la investigación que estaba realizando,
-Puedo asegurarles señorita y señora… quise decir señora viuda… que este es uno de los casos más fáciles que he encontrado a lo largo y ancho de mi carrera policial… Sé quien ha matado a este hombre-.
La rubia se sobresaltó… supongo que emocionada pues no habían pasado 2 horas desde que habían asesinado a su marido y yo ya tenía resuelto el caso.
-¡DEMETRIOOOO!- llamé al agente que aguardaba fuera de la estancia.
-Arreste al geranio-.
La desconsolada viuda cayó rendida ante mi inteligencia e intentó seducirme.
-Lo siento muñeca… no follo estando de servicio-.
Di el caso por cerrado justo en el momento en que mi teléfono sonaba. Era el comisario, que estaba por tocarme los cojones… como en mis mejores tiempos.
-Hemos hallado el cuerpo de un hombre que se ha suicidado de 17 puñaladas-. Tenía un nuevo caso que resolver.
-Voy p’alla, corto y cierro-.
Me despedí de ambas mujeres y me dirigí hacia el coche.
Coloqué la sirena sobre el techo del Ford Escort, colgué las bragas de la rubia en el retrovisor interior y me dirigí a toda velocidad por la avenida arriba hacia la calle de abajo, el escenario de mi nuevo caso.




THE END

REPARTO POR ORDEN INTERVENCION
Inspector……………………….. yo
La Rubia……………………….. yo
La Morena……………………... yo
Demetrio……………………….. yo

Director by
Yo

Producida por
m@nologos punto y coma




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