Cosas de escritores
Esto de escribir tiene cosas muy raras. A veces tengo la idea de una historia en la cabeza y no sé como comenzarla, eso sí, una vez que empiezo y tomo carrerilla ya no paro hasta el THE END.
Quien no ha visto alguna vez la imagen del escritor que aporrea el teclado de una máquina de escribir, para al cabo de un rato sacar el folio de la misma, hacer una pelota con él y arrojarlo a la papelera.
A mi me ha ocurrido eso hoy, bueno, no exactamente lo mismo, ya que al escribir en un ordenador lo que tiré fue el monitor… menos mal que me di cuenta antes de que pasaran los barrenderos.
Estas cosas pasan por tener la cabeza ocupada, concretamente la mía se pasa el día pensando, eso es porque existo, pues como dice un refrán por Teruel: “pienso, luego existo”.
Esto me ha llevado a realizar dos reflexiones y cinco flexiones tras las cuales he acabado agotado. Reflexiones que dicho sea de paso no me han llevado a nada, pues yo tengo el defecto de fabricación de que necesito estar parado para pensar, ya que si lo hago en movimiento me salen los pensamientos movidos o borrosos, algo inaceptable para alguien tan preciso y meticuloso como yo, no obstante y por ese motivo llevo un Casio en mi muñeca.
Todos los seres humanos vivos tenemos una cosa en común, y es que somos hijos de la misma madre: LA MADRE NATURALEZA, y aquí distinguidos lectores y queridísimas lectoras, me perdonaréis que pase de puntillas sobre la paternidad pues por todos es sabido que si bien madres tenemos dos: la natural y la naturaleza, padres podemos tener hasta un ciento.
Bien, una vez que hemos pasado de puntillas por encima de los padres, prosigo por donde iba.
Recuperado el monitor de la papelera, retomo de nuevo el hilo de esta homilía para añadir la única reflexión que he llegado a sacar en limpio, he sacado alguna más, pero estaban en sucio.
Y esta me lleva a pensar en la importancia que el ordenador tiene para los escritores de libros, es decir, para los libreros.
Hoy en día sería un coñazo tener que escribir un libro con pluma, el mismo Boris Izaguirre que tiene mucha pluma, se valió de este maravilloso invento para escribir uno.
¿Os imagináis a Boris escribiendo su libro con una pluma de gallina?... vaya retraso ¿verdad?... si aun fuese con una estilográfica.
Una de las ventajas que tiene el ordenador con respecto a las mencionadas plumas, es la del corrector ortográfico.
Que bien le hubiese venido por ejemplo un PC a Cervantes para escribir El Quijote, eso sí, antes tendría que aprender a desenvolverse con el Windows y coger destreza para poder utilizarlo con una sola mano, pues como todos sabemos, D. Miguel perdió una y todavía no la encontró… ni la mano, ni el resto del brazo. De todos modos de poco le iban a servir encontrarlos, pues todos sabemos que a la hora de escribir los muertos tienen muchas más dificultades que los mancos.
Debo destacar puesto que lo menciono, que El Quijote está impecablemente escrito, pues lo he leído un par de veces y no he encontrado en él ni una sola falta de ortografía, por lo cual deduzco que Cervantes era un tipo muy listo.
No quisiera finalizar esta homilía sin haceros a vosotros partícipes de ella, por lo que me gustaría preguntaros si alguna vez os habéis parado a pensar lo que os he dicho… yo sí, precisamente hoy… y por eso he perdido el autobús.
Quien no ha visto alguna vez la imagen del escritor que aporrea el teclado de una máquina de escribir, para al cabo de un rato sacar el folio de la misma, hacer una pelota con él y arrojarlo a la papelera.
A mi me ha ocurrido eso hoy, bueno, no exactamente lo mismo, ya que al escribir en un ordenador lo que tiré fue el monitor… menos mal que me di cuenta antes de que pasaran los barrenderos.
Estas cosas pasan por tener la cabeza ocupada, concretamente la mía se pasa el día pensando, eso es porque existo, pues como dice un refrán por Teruel: “pienso, luego existo”.
Esto me ha llevado a realizar dos reflexiones y cinco flexiones tras las cuales he acabado agotado. Reflexiones que dicho sea de paso no me han llevado a nada, pues yo tengo el defecto de fabricación de que necesito estar parado para pensar, ya que si lo hago en movimiento me salen los pensamientos movidos o borrosos, algo inaceptable para alguien tan preciso y meticuloso como yo, no obstante y por ese motivo llevo un Casio en mi muñeca.
Todos los seres humanos vivos tenemos una cosa en común, y es que somos hijos de la misma madre: LA MADRE NATURALEZA, y aquí distinguidos lectores y queridísimas lectoras, me perdonaréis que pase de puntillas sobre la paternidad pues por todos es sabido que si bien madres tenemos dos: la natural y la naturaleza, padres podemos tener hasta un ciento.
Bien, una vez que hemos pasado de puntillas por encima de los padres, prosigo por donde iba.
Recuperado el monitor de la papelera, retomo de nuevo el hilo de esta homilía para añadir la única reflexión que he llegado a sacar en limpio, he sacado alguna más, pero estaban en sucio.
Y esta me lleva a pensar en la importancia que el ordenador tiene para los escritores de libros, es decir, para los libreros.
Hoy en día sería un coñazo tener que escribir un libro con pluma, el mismo Boris Izaguirre que tiene mucha pluma, se valió de este maravilloso invento para escribir uno.
¿Os imagináis a Boris escribiendo su libro con una pluma de gallina?... vaya retraso ¿verdad?... si aun fuese con una estilográfica.
Una de las ventajas que tiene el ordenador con respecto a las mencionadas plumas, es la del corrector ortográfico.
Que bien le hubiese venido por ejemplo un PC a Cervantes para escribir El Quijote, eso sí, antes tendría que aprender a desenvolverse con el Windows y coger destreza para poder utilizarlo con una sola mano, pues como todos sabemos, D. Miguel perdió una y todavía no la encontró… ni la mano, ni el resto del brazo. De todos modos de poco le iban a servir encontrarlos, pues todos sabemos que a la hora de escribir los muertos tienen muchas más dificultades que los mancos.
Debo destacar puesto que lo menciono, que El Quijote está impecablemente escrito, pues lo he leído un par de veces y no he encontrado en él ni una sola falta de ortografía, por lo cual deduzco que Cervantes era un tipo muy listo.
No quisiera finalizar esta homilía sin haceros a vosotros partícipes de ella, por lo que me gustaría preguntaros si alguna vez os habéis parado a pensar lo que os he dicho… yo sí, precisamente hoy… y por eso he perdido el autobús.
Mi nuevo BLOC DE NOTAS posando ante la cámara siendo sostenido por la mano que mece el ratón.
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