¡Pa cagarse!
Dejé de hablarme con mi amigo Antonio, a consecuencia de la diarrea que me provocó su adicción al tabaco.
Pero esta que os cuento a continuación, ni es la historia de una amistad rota, ni un manifiesto en contra del tabaco... esta es...
Pero esta que os cuento a continuación, ni es la historia de una amistad rota, ni un manifiesto en contra del tabaco... esta es...
UNA HISTORIA DE TERROR...
¡UUUUHHHHH!...
Era una noche oscura... El cielo estaba cubierto de nubes (no se veían debido a la oscuridad, pero sí se percibían)... y eran negras (no se veían debido también a la oscuridad, pero sí se suponía).
En la oscuridad de la noche, las siluetas de dos hombres caminaban por la carretera comarcal a las afueras de un pueblo cercano al mar.
Éramos Antonio y Yo.
El fuerte aguacero que comenzó a caer del cielo nos sorprendió en un lugar en el que no teníamos donde cobijarnos, así que echamos a correr. Cada uno corrió lo que pudo, así que Antonio pronto me sacó la distancia suficiente como para perderlo de vista en la negra noche.
Cuando llevaba un tramo recorrido, llegué hasta un muro alto de piedra que rodeaba lo que en principio me pareció una finca. Y no sé por qué, pero al ver un portalón abierto lo crucé.
Dentro de la finca y sin fijarme bien en donde estaba, corrí hacia una zona que me pareció más resguardada de la lluvia que el viento hacía caer ladeada... es decir, inclinada.
No había más ruido que el del viento, el de la lluvia al caer al suelo y de mi corazón que latía con fuerza por culpa de la carrera: ... bumm bumm... bumm bumm... bumm.
Poco a poco y a medida que recobraba el aliento, intenté inspeccionar el lugar con mi mirada, pero la oscuridad no me lo permitía bien, por lo que tuve que agudizar bien mi instinto visual, que a medida que se adaptaba a la oscuridad comenzaba a funcionar.
Y me pareció ver a Jesucristo crucificado. Y efectivamente, allí estaba, y no una sóla vez si no varias.
Eran cruces...... Estaba en un cementerio...... ¡Cágate!.
Mi corazón comenzó a latir otra vez rápido... bumm bumm... bumm bumm... bumm bumm... y más fuerte todavía... BUMM BUMM... BUMM BUMM... BUMM BUMM...
Automáticamente todos mis instintos de supervivencia se pusieron alerta. Ni que decir tiene que estaba un poco asustado... bastante asustado... acojonado.
Y lo hijo puta que es el subconsciente que precisamente en ese mismo instante vinieron a mi mente escenas de películas de terror que había visto y que transcurrían en noches de tormenta y en cementerios..., como en ese instante me encontraba yo.
Me estaba acordando de la escena de una en la que unas manos brotaban de una tumba en la tierra cuando... ¡CRASH!... un chasquido activa uno de mis instintos básicos, por lo que me tuve que apretar el culo.
Con mi agilidad de felino vuelvo la cabeza en dirección hacia donde procedía el ruido... Esforcé mi vista al máximo y la vi... una sombra que parecía moverse... y se movía... y parecía venir hacia mi... y venía...
Las ganas de ir al baño empezaban a ser inaguantables. La sombra se me acercaba por la derecha, lentamente... Fue un instante terrorífico, no sabía que hacer, quizás escapar a correr, pero el miedo me había paralizado las piernas. Quise hacer uso de mi teléfono móvil y pedir auxilio.
Un modelo Panasonic 5557 Conecting People de última generación, con conexión a internet y con cámaras de video y fotos incorporadas, capaz de transmitir datos a una velocidad que te cagas y a tres céntimos el minuto... ¡¡ Una pasada !!. Pero no tenía cobertura.
Y la sombra se me acercaba cada vez más... y más... hasta que la tuve enfrente. En ese momento no pude hacer otra cosa más que rezar un Padrenuestro:
Padre nuestro
Que estás en los cielos
Santificado sea tu nombre....
Y me cagué de miedo cuando esa sombra se dirigió a mi con la voz de mi ex-amigo Antonio y me dice: DAME FUEGO.
En la oscuridad de la noche, las siluetas de dos hombres caminaban por la carretera comarcal a las afueras de un pueblo cercano al mar.
Éramos Antonio y Yo.
El fuerte aguacero que comenzó a caer del cielo nos sorprendió en un lugar en el que no teníamos donde cobijarnos, así que echamos a correr. Cada uno corrió lo que pudo, así que Antonio pronto me sacó la distancia suficiente como para perderlo de vista en la negra noche.
Cuando llevaba un tramo recorrido, llegué hasta un muro alto de piedra que rodeaba lo que en principio me pareció una finca. Y no sé por qué, pero al ver un portalón abierto lo crucé.
Dentro de la finca y sin fijarme bien en donde estaba, corrí hacia una zona que me pareció más resguardada de la lluvia que el viento hacía caer ladeada... es decir, inclinada.
No había más ruido que el del viento, el de la lluvia al caer al suelo y de mi corazón que latía con fuerza por culpa de la carrera: ... bumm bumm... bumm bumm... bumm.
Poco a poco y a medida que recobraba el aliento, intenté inspeccionar el lugar con mi mirada, pero la oscuridad no me lo permitía bien, por lo que tuve que agudizar bien mi instinto visual, que a medida que se adaptaba a la oscuridad comenzaba a funcionar.
Y me pareció ver a Jesucristo crucificado. Y efectivamente, allí estaba, y no una sóla vez si no varias.
Eran cruces...... Estaba en un cementerio...... ¡Cágate!.
Mi corazón comenzó a latir otra vez rápido... bumm bumm... bumm bumm... bumm bumm... y más fuerte todavía... BUMM BUMM... BUMM BUMM... BUMM BUMM...
Automáticamente todos mis instintos de supervivencia se pusieron alerta. Ni que decir tiene que estaba un poco asustado... bastante asustado... acojonado.
Y lo hijo puta que es el subconsciente que precisamente en ese mismo instante vinieron a mi mente escenas de películas de terror que había visto y que transcurrían en noches de tormenta y en cementerios..., como en ese instante me encontraba yo.
Me estaba acordando de la escena de una en la que unas manos brotaban de una tumba en la tierra cuando... ¡CRASH!... un chasquido activa uno de mis instintos básicos, por lo que me tuve que apretar el culo.
Con mi agilidad de felino vuelvo la cabeza en dirección hacia donde procedía el ruido... Esforcé mi vista al máximo y la vi... una sombra que parecía moverse... y se movía... y parecía venir hacia mi... y venía...
Las ganas de ir al baño empezaban a ser inaguantables. La sombra se me acercaba por la derecha, lentamente... Fue un instante terrorífico, no sabía que hacer, quizás escapar a correr, pero el miedo me había paralizado las piernas. Quise hacer uso de mi teléfono móvil y pedir auxilio.
Un modelo Panasonic 5557 Conecting People de última generación, con conexión a internet y con cámaras de video y fotos incorporadas, capaz de transmitir datos a una velocidad que te cagas y a tres céntimos el minuto... ¡¡ Una pasada !!. Pero no tenía cobertura.
Y la sombra se me acercaba cada vez más... y más... hasta que la tuve enfrente. En ese momento no pude hacer otra cosa más que rezar un Padrenuestro:
Padre nuestro
Que estás en los cielos
Santificado sea tu nombre....
Y me cagué de miedo cuando esa sombra se dirigió a mi con la voz de mi ex-amigo Antonio y me dice: DAME FUEGO.
1 han comentado:
Que medo¡¡¡ Un saludo de Toncholeto.
Ya estas añadido a mi blog personal.
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