El otro 23 F
Con esto de que estamos en carnaval se me pasó a qué día estábamos, pero haciendo la ronda por los blogs de siempre, Toni, desde el suyo de El Mosquitero, me refresca la memoria y me recuerda que a 23 de Febrero, 28 años después de Tejero.
20 años tenía yo ese día, bueno, ese día y los de los alrededores porque mis 20 tacos me duraron todo un año... no como a otras…
Eran mis años verdes, no por que yo fuese un inocentón, sino porque en aquel entonces me fumaba todo lo que era de ese color, por eso que mis recuerdos de aquel día pueden estar un poco distorsionados, aparte de que no sé si es también por eso, pero si hago memoria de los hechos estos se reproducen en mi mente en blanco y negro.
Pero pudiera ser también porque en mi casa teníamos la televisión de color estropeada, algo que era muy normal ya que tuvimos muy mala suerte con ella. Aún no la habíamos acabado de pagar y ya se le había desteñido todo el color.
Es decir, color sí tenía, pero los tenía más locos que las luces de un puticlub de la época. El césped de los campos de fútbol se veía marrón, el cielo violeta y lo que más me tocaba los cojones a mí, que la camiseta del Celta se viese amarilla. Cuando acabamos de pagarla y juntamos para la entrada de otra la mandamos a tomar por culo.
Pero a lo que iba del golpe. Tal día como aquel me encontraba yo currando cuando un compañero que lo escuchaba por la radio nos lo cuenta a los presentes.
Yo era el más joven de todos ellos y recuerdo que estaba más preocupado por la hora de salida que por lo que estaba ocurriendo. Y aunque decirlo ahora parezca una fantasmada desde el primer momento estuve convencido de que aquello no funcionaría.
Pero por si las moscas quité el talego del bolsillo y lo escondí dentro del calcetín.
Mis suposiciones acerca del fracaso del golpe vinieron a consecuencia de que en el curro se siguió trabajando como si nada, al salir en la calle había gente, comercios abiertos, coches de aquí para allá… en fin, todo estaba como si nada.
Y como si nada me fui para el bar de todos los días donde con junto con los colegas me pillé el colocón de todos los días.
Allí no se habló del tema hasta la sexta o séptima cerveza y sobré él me pronuncié alto y no muy claro porque se me retorcía un poco la lengua, pero quien más quien menos escucho decir de mi boca: -“Si estalla la guerra, yo como Enrique Lister… Niti hazte un peta y tú ponme otra cerveza”-.
Y fue una tarde noche como otra cualquiera, hasta el momento de irme para casa, porque no había un alma por la calle, bueno, una sí la había que era la mía. De todos modos iba tranquilo, hasta que llegué a la oscura y despoblada cuesta de San Francisco.
Ahí sí que me entró el cague porque se me dio por pensar en lo que estaba pasando y en que el muro del convento era un sitio cojonudo para fusilar a uno.
Aunque por una borrachera y un par de chinas no creo que fuese la cosa como para tanto, pero por si las moscas las quité del bolsillo y me quedé mirando para ellas. Pensé en tragármelas como había visto hacer al “Puskas” en una redada, pero era buen costo y valía la pena jugársela, así que otra vez para dentro del calcetín.
Fui todo el camino acojonado, y aunque a ciertas horas aquella cuesta imponía, jamás lo había ido tanto, ni siquiera la noche que había ido al cine a ver El Exorcista.
Al día siguiente por la mañana cuando mi madre me despertó para ir a trabajar, mis suposiciones de que el golpe fracasaba cobraron fuerza y cuando por la radio escuché lo de la protesta de Fraga desde su escaño, estas se confirmaron.
Y eso fue todo tal y como lo recuerdo, sólo espero que esta entrada no sea tenida en cuenta por los historiadores.
20 años tenía yo ese día, bueno, ese día y los de los alrededores porque mis 20 tacos me duraron todo un año... no como a otras…
Eran mis años verdes, no por que yo fuese un inocentón, sino porque en aquel entonces me fumaba todo lo que era de ese color, por eso que mis recuerdos de aquel día pueden estar un poco distorsionados, aparte de que no sé si es también por eso, pero si hago memoria de los hechos estos se reproducen en mi mente en blanco y negro.
Pero pudiera ser también porque en mi casa teníamos la televisión de color estropeada, algo que era muy normal ya que tuvimos muy mala suerte con ella. Aún no la habíamos acabado de pagar y ya se le había desteñido todo el color.
Es decir, color sí tenía, pero los tenía más locos que las luces de un puticlub de la época. El césped de los campos de fútbol se veía marrón, el cielo violeta y lo que más me tocaba los cojones a mí, que la camiseta del Celta se viese amarilla. Cuando acabamos de pagarla y juntamos para la entrada de otra la mandamos a tomar por culo.
Pero a lo que iba del golpe. Tal día como aquel me encontraba yo currando cuando un compañero que lo escuchaba por la radio nos lo cuenta a los presentes.
Yo era el más joven de todos ellos y recuerdo que estaba más preocupado por la hora de salida que por lo que estaba ocurriendo. Y aunque decirlo ahora parezca una fantasmada desde el primer momento estuve convencido de que aquello no funcionaría.
Pero por si las moscas quité el talego del bolsillo y lo escondí dentro del calcetín.
Mis suposiciones acerca del fracaso del golpe vinieron a consecuencia de que en el curro se siguió trabajando como si nada, al salir en la calle había gente, comercios abiertos, coches de aquí para allá… en fin, todo estaba como si nada.
Y como si nada me fui para el bar de todos los días donde con junto con los colegas me pillé el colocón de todos los días.
Allí no se habló del tema hasta la sexta o séptima cerveza y sobré él me pronuncié alto y no muy claro porque se me retorcía un poco la lengua, pero quien más quien menos escucho decir de mi boca: -“Si estalla la guerra, yo como Enrique Lister… Niti hazte un peta y tú ponme otra cerveza”-.
Y fue una tarde noche como otra cualquiera, hasta el momento de irme para casa, porque no había un alma por la calle, bueno, una sí la había que era la mía. De todos modos iba tranquilo, hasta que llegué a la oscura y despoblada cuesta de San Francisco.
Ahí sí que me entró el cague porque se me dio por pensar en lo que estaba pasando y en que el muro del convento era un sitio cojonudo para fusilar a uno.
Aunque por una borrachera y un par de chinas no creo que fuese la cosa como para tanto, pero por si las moscas las quité del bolsillo y me quedé mirando para ellas. Pensé en tragármelas como había visto hacer al “Puskas” en una redada, pero era buen costo y valía la pena jugársela, así que otra vez para dentro del calcetín.
Fui todo el camino acojonado, y aunque a ciertas horas aquella cuesta imponía, jamás lo había ido tanto, ni siquiera la noche que había ido al cine a ver El Exorcista.
Al día siguiente por la mañana cuando mi madre me despertó para ir a trabajar, mis suposiciones de que el golpe fracasaba cobraron fuerza y cuando por la radio escuché lo de la protesta de Fraga desde su escaño, estas se confirmaron.
Y eso fue todo tal y como lo recuerdo, sólo espero que esta entrada no sea tenida en cuenta por los historiadores.
P.D. A Toni, autor de la viñeta.
Toni me he tomado la confianza y el atrevimiento de robarte la viñeta, si te enfadas o te parece mal, mándame una postal.
Gracias.
7 han comentado:
se siente coño!!!!!
besitosss
Una docena de años tenía yo por aquel entonces y aún no había empezado a fumar pero creo recordar que aún así veía todo de colores... Yo recuerdo a mi padre pegado a la radio... si, recuerdo estar en la cama y escuchar la radio en la habitación de mis padres.
Aún se me ponen los pelos de punta cuando recuerdo que, desde la ventana, veía pasar los tanques por la avenida mientras me preguntaba ¿qué pasará mañana?...
Yo no dormí en toda la noche y durante los siguientes días aun me temblaron las piernas jeje, si es que yo era muy rojilla ains,,,A día de hoy,sabiendo lo que pudo haber pasado,aún me tiemblan más.
Yo tenía quince años y estaba en el instituto haciendo un trabajo en grupo.
Recuerdo el miedo de mis padres y las conversaciones que tuvieron durante toda la noche, menos mal que al día siguiente supe que todo se había quedado en un gran susto.
Un besito amigo
Tranqui Manolo, que las viñetas están para utilizarlas jajaja
Aquella época fue demencial, el exorcista, Heidi, Marco, La abeja Maya, La noche de los muertos vivientes, El golpe de estado...no se como supìmos salir adelante jajajajajjaa
Manolo eres un inconsciente. ¿Que no sabes que esto lo len tus hijos? Haber como se lo explicas ahora.
En serio te diré que por aquel entonces andaba yo bastante liado en temas sindicales. El día D no me enteré del cotarro hasta los nueve de la noche. Lo jodido fue ver días mas tarde que mi nombre figuraba en las listas de una organización, digamos que nada sospechosa de gustarle los sindicalistas.
Publicar un comentario