Estoy cabreado, muy cabreado... cabreadísimo.

Hoy no está el horno para bollos. Tenía pensado hacer esta entrada para hablar del Viagra, pero una noticia leída en la prensa me ha quitado las ganas de hablar de sexo, de almejas y de viagra.
La noticia que me ha tocado la líbido es la siguiente:

“Las asociaciones de los bancos y cajas de ahorros de España están pidiendo que se utilice el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, creado para garantizar las pensiones de los españoles, para ayudar al sector”.

Por si no la has entendido y hablando en plata, la noticia viene a decir que tengo que prestarle dinero a los bancos. Nada más y nada menos que a los bancos, sí señor. ¡Manda carallo!.
Y me cabrea porque me vienen a la memoria las veces que salí humillado de la oficina del director del banco cuando he ido a solicitar un crédito. Y las vueltas que da la vida tú. Ahora son ellos los que me piden a mí.
No sé lo que piensa decir o hacer el gobierno a este respecto, pero si no se atreven a negarse, que me los dejen a mí, que de experiencia en tratar con esta gente voy sobrado.
Así a bote pronto me imagino el enorme placer que me supondría el recibir al banquero sentado en mi retrete, hacer como que miro sus papeles y en sus narices limpiarme el culo con ellos y espetarle la consabida: “falta el aval”.
Es que hay que tener poca vergüenza para estarse levantando un sueldazo al mes, con más pagas extras al año que el resto de los mortales y atreverse a pedirle a un humilde currito de a pie como es este menda, que les preste los dineros que mes a mes voy pagando para tener asegurado mi ya ganado y merecido retiro.
Zapatero, Zapatero… ten cuidado con lo que haces. Ni se te ocurra prestar lo que no es tuyo porque si no la tenemos… y aun no me conoces a mí enfadado.
Quedo a la espera de los acontecimientos y en previsión de lo que pueda suceder, voy afilando la punta del arpón de pesca submarina porque como me toquéis los cojones o el dinero que tanto me ha costado ganar, os atravieso de tres en tres como si se tratase de un pincho moruno. Y no estoy de bromas.
Si no teneis dinero os echais el trabuco al hombro y os dedicais a secuestrar marineros en las antípodas, que siempre aparecerá un gilipollas dispuesto a pagar. Pero al mío no lo tocar o lo pagaréis muy caro.
Aviso, tengo muy buena puntería.

He dicho.