Sexo, visitas y viagra

“Buscando en el baúl de los recuerdos, uhuhuuu”… no, no estoy cantarín, es que hoy he estado echándole un vistazo a las estadísticas del blog, las entradas más vistas y las palabras clave por las que la gente llegó hasta aquí y, ¡oh, sorpresa!...
Con diferencia, las más vistas son las que llevan por título PORNO EN EL OBRADOIRO y EL SEXTO MANDAMIENTO, y las palabras clave hacen todas referencia al sexo: porno, pajas y tetas.
Y “caramba, carambita, carambirurí”… con la peña... al final resulta que no soy yo el único al que le interesa el sexo, menos mal porque empezaba a creer que me estaba convirtiendo en un viejo verde, cuando mi intención no es otra más que convertirme en un viejo con buen color de cara… bueno, y a poder ser, que se me siga levantando y si no, por lo menos tener bien el estómago para poder tomarme una viagra de cuando en cuando.
Y ahora que sale a cuento la pastilla azul, quiero decir que no deja de sorprenderme la cantidad de publicidad de ellas que me llega a través del e-mail… ¿quién coño les habrá dado mi dirección a esos salidos?, aunque más me gustaría saber de dónde sacan ellos que yo las necesite.
Hombre, que la cosa no es como antes salta a la vista… pero es que también me cae el pelo y por los cojones me envían propaganda de crecepelo. Y eso demuestra una falta de vista comercial, pues podría comprarles un par de cajas de viagra y un bote de crecepelo, aunque sólo fuese por probar.
Lo que sí me hacen gracia son todas esas leyendas que circulan por ahí acerca de la viagra. Un montón oye. Es que hablas de ellas y siempre te sale alguien con lo típico de que tiene un amigo que se las tomó y le pasó algo curioso… sí, sí., un amigo, jeje.
Precisamente el otro día salieron en una conversación que tenía con un vecino y me contó que un amigo suyo se tomó una y echó siete horas con ella en pie de guerra… y eso no era todo, pues lo peor es que la punta le asomaba por detrás del nudo de la corbata.
¡Échale guindas al pavo!... siete horas con sus respectivos cuartos con ella empalmada… ¡ufff!, me imagino el dolor de huevos que tendría a la octava.
Y además que tonto, porque si a mi me llegase a asomar por detrás de la corbata, le pongo una lazada a la punta y la utilizo como pajarita.
En fin, que de momento no me hace falta, lo que no quita que un día de estos le regale una caja de ellas a un amigo… aunque sólo sea por probar, y quien dice por probar, dice por ver la cara de susto que pondría mi churry si después de echar el segundo me sigue viendo con ella tiesa.